No hay nada más mezquino que criminalizar a las víctimas y tristemente ese parece ser el deporte favorito de nuestros políticos. Lo fue de Felipe Calderón con aquella declaración donde acusó de “pandilleros” a los jóvenes acribillados en una fiesta en Ciudad Juárez, y lo es ahora de López Obrador criminalizando a los jóvenes por comprar droga. Lo fue del gobernador de Jalisco en tiempos del PRI, Guillermo Cosío Vidaurri, cuando dijo que las víctimas del 22 de abril se subieron a la barda y lo es del gobernador naranja Enrique Alfaro que se sigue preguntando qué tiene que ver su Gobierno con los asesinatos de mujeres. El sermón de ayer de López Obrador explicando que la masacre de los jóvenes en Celaya se debe al consumo de droga es, además de mezquino y moralista, falso. Los jóvenes no se murieron por consumir drogas, ese es otro problema, fueron arteramente asesinados por un grupo criminal al que el Presidente no se atrevió a tocar ni con el pétalo de una declaración.Hay muchas más “joyas” en esa mañanera. Dijo, entre otras cosas, que en Zacatecas, Querétaro, Campeche, Oaxaca, Chiapas y Yucatán no hay consumo de drogas y agregó que Sinaloa y Jalisco tienen problemas de tráfico, pero no de consumo. Se atrevió a señalar que el consumo de drogas químicas es un asunto focalizado en el corredor automotriz de Guanajuato. Pregunta; sí en México no hay problemas de consumo de drogas ¿por qué malgastar todos los tiempos oficiales de la radio en una campaña sobre los riesgos del consumo de drogas que además de mala no tienen claro para qué sirve? Hace una semana el mismo Presidente dijo que “el consumo de drogas en el país está directamente relacionado con la violencia y la pérdida de vidas humanas” y que “el consumo de drogas es un problema de salud pública que se ha convertido en una pandemia”. ¿Usted entiende?Más allá de la torpeza y las contradicciones, que pueden explicarse porque habla mucho y todos los días, preocupa que el Presidente de la República no condene al grupo criminal que acribilló a los jóvenes estudiantes de Medicina y que considere que el tráfico, es decir los cárteles de Jalisco y Sinaloa, son un problema menor. En el fondo, López Obrador como muchos otros presidentes y gobernadores, sólo quiere quitarse el bulto, evadir la responsabilidad de su Gobierno en los 173, 664 homicidios dolosos acumulados en su sexenio, tres veces mas que los 53,319 de Calderón y el doble que los 74,737 en el periodo de Peña Nieto. Nosotros no tenemos una epidemia de fentanilo como en Estados Unidos que causa cien mil muertos al año, dijo el Presidente. Es cierto en México tenemos una epidemia de plomo, de impunidad y de mezquindad.La mezquindad del poder no tiene límites, por eso hay que limitar al poder.diego.petersen@informador.com.mx