En Yucatán, el Estado con menor incidencia delictiva del país, no hay Guardia Nacional. Ni en las ciudades ni en los pueblos, ni en las carreteras principales ni en los caminos menores. En todos lados lo que hay es Policía estatal.Todos hablamos de la seguridad de Yucatán como si fuera un milagro, el fruto de quién sabe qué favores de los arcángeles en un país donde la violencia es la constante. Pero no hay milagro alguno, lo que hay es una serie de decisiones políticas y acuerdos sociales que han permitido que hoy ese Estado tenga una seguridad envidiable y que eso sea su principal factor de atracción de inversión y talento. ¿Qué es lo que ha hecho bien Yucatán? Hacerse cargo de sus propias decisiones. En lugar de quejarse de que el Gobierno federal no le da dinero decidieron invertir el propio en ello. Valgan unos comparativos. Yucatán gasta el 8 por ciento de su presupuesto en su Policía; Jalisco sólo el 3.7. Ellos tienen una tasa de 1.4 agentes por cada mil habitantes; Jalisco 0.3 policías por millar de personas. No existe el modelo de Policía Única, pero con los municipios que no tienen la capacidad de tener una Policía propia se hacen convenios de colaboración para que el Estado asuma las funciones, lo que en la práctica lo convierte en un modelo sin problemas de coordinación.Yucatán no tiene, como sucede en Jalisco, territorios perdidos a manos del crimen organizado. No los perdieron porque históricamente han hecho la tarea. El modelo de Yucatán no nació en este sexenio, viene evolucionando desde hace 40 años. Es cierto que la inseguridad y el crimen organizado en Jalisco tienen profundas raíces y que es el resultado de lo que se ha dejado de hacer y de la corrupción policiaca y política a lo largo de décadas, pero en algún momento hay que dejar de echarle la culpa a los de atrás y comenzar a construir el futuro.El Gobierno de Enrique Alfaro decidió no entrarle de fondo y se dedicó a administrar el problema de seguridad argumentando que era un asunto federal y que le habían dejado un cochinero; las excusas favoritas de los políticos. Quien siga tendrá que entrarle en serio al toro. La seguridad o la resolvemos los jaliscienses o no lo hará nadie. Por supuesto que necesitamos a la Guardia Nacional para recuperar el territorio, pero tener una Policía estatal suficiente y confiable, una Fiscalía que investigue y persiga el delito y un Poder Judicial suficiente, honorable y expedito depende de nosotros. Sí se puede, pero tenemos que entender que la primera decisión es que hay que invertir más, mucho más en seguridad.diego.petersen@informador.com.mx