El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, dice que, en la Cámara Alta, como en la prepa, la fracción juega su favor. De la manga, primero Adán Augusto López, flamante líder de Morena y luego Noroña se sacaron la idea de que no necesitan el voto 86, pues hay interpretaciones (la de ellos y solo la de ellos) que dicen que con 85 basta, pues dos terceras partes del senado (128 entre tres por dos) es exactamente 85.33. En su interpretación de abogados leguleyos la fracción es tan baja que al redondear cae en el entero anterior.Decía mi amigo Jorge que con 19 centavos no haces la llamada. Por supuesto que él como yo venimos de la época en que los teléfonos públicos costaban 20 centavos. Si te faltaba un centavo, nomás no jalaba el aparatejo aquel y te quedabas sin poder llamar. La mayoría son 85.33 y con 85 no alcanza. Faltan dos terceras partes de un voto. Sí, es menos de uno, pero la Constitución dice lo que dice, la mayoría es de ahí para arriba, no existe el casi, y está publicado en la página informativa del Senado que la mayoría calificada requiere 86 votos.¿Renunciaron ya los morenistas a comprar, sea con chantaje, intercambio de favores, dinero o una mezcla de todo lo anterior, el voto 86? Por supuesto que no, ese sigue siendo al Plan A, pero el Plan C también tiene un Plan B: engañar a las matemáticas y algo más.¿Qué busca la llamada 4T con esta chicanada? La única explicación posible es que estén buscando una crisis constitucional. Si se avientan el tiro de aprobar hoy o mañana, según se alargue la sesión, la reforma al Poder Judicial y declararla constitucional con 85 votos, ésta será impugnada y tendría que ser la Corte la que deba decidir sobre la constitucionalidad de una ley aprobada sin respetar el proceso legislativo.Si bien, lo que jurídicamente sería revisado no es el contenido de la reforma sino la constitucionalidad de la aprobación, los ministros de la Corte tendrían que decidir sobre su propio futuro, lo cual será una oportunidad de oro para el golpeteo político. Si aprobar la reforma como está es una irresponsabilidad, porque lejos de dar certeza jurídica convierte a la administración de justicia en un brazo largo del poder ejecutivo, crear una crisis constitucional lo es aún más, pues puede traer consecuencias severas de inestabilidad política y jurídica en el corto plazo.¿De quién fue la magnífica idea de engañar a Pitágoras? Si viene del equipo de Claudia como una jugada para decir cumplimos con la aprobación, pero la Corte nos la echó para atrás, parece demasiado arriesgada, más para jugársela en la cara al presidente. Si, por el contrario, la idea salió de Palacio Nacional no pareciera tener otra intención que jugar la batalla definitiva en las calles, como corresponde a una democracia popular y a un régimen populista. La principal afectada de una locura de esta naturaleza sería la presidenta electa. Pero, qué importa la economía o la estabilidad política, lo que importa es el Movimiento ¿o no habíamos quedado en eso, Claudia?diego.petersen@informador.com.mx