Uno de los grandes retos de los próximos gobiernos estatal y municipales será retomar una agenda verdaderamente metropolitana. El Gobierno de Alfaro, que está por terminar, centralizó las decisiones, hizo a un lado a los municipios y acompañado por un Instituto Metropolitano de Planeación (IMP), más empeñado en ganar premios y hacer estudios que en resolver problemas, hicieron las obras que quisieron o, en el mejor de los casos, que creyeron que debían hacer. Los ayuntamientos fueron borrados del mapa de las decisiones. Marca de la casa, durante todo el sexenio Alfaro y los dos o tres miembros del gabinete a los que sí escuchaba tomaron todas las decisiones, algunas sin duda para bien y muchas para mal.Guadalajara necesita retomar una agenda de mediano y largo plazo que pasa por cuestiones muy puntuales, como el repensar completamente la forma en que se gestiona el agua y la basura, la movilidad, la vivienda y por supuesto la seguridad. Pasa también por cosas más abstractas y conceptuales, no por ello menos importantes, como imaginarse a sí misma y pensar su futuro en el concierto de las ciudades.Dice la conseja popular que error es el primero, lo demás son consecuencias. El error de la administración de Alfaro fue ningunear a los alcaldes y centralizarlo todo. Les impuso un esquema de recolección de basura que se gestionó directamente desde Casa Jalisco. Estableció una visión sobre la gestión del agua metropolitana que dejó fuera de cualquier decisión a los presidentes municipales. Desapareció, por su voluntad, a la policía vial y dejó a su suerte a los automovilistas y a los municipios. La planeación de territorio de la mano del IMP no se empató con los planes parciales, pero sobre todo no se empató con las visiones de los alcaldes, lo que provocó que cada uno haya hecho lo que pudo o quiso con las políticas de vivienda. Lo que más presume Alfaro, la seguridad, es quizá el problema más grave que hereda. La policía metropolitana fracasó y nunca existió el diálogo. Tan es así que Lemus (Guadalajara) y Frangie (Zapopan) inventaron ese parche de “municipios hermanos” coordinado por otro coordinador policial distinto al Metropolitano. El esquema de seguridad es un desastre institucional y un calvario cotidiano para los habitantes de la ciudad. Pablo Lemus tendrá que revivir o reinventar los mecanismos de gobernanza. No solo no tendrá mayoría en el consejo metropolitano, pues seis de once municipios que conforman el área metropolitana los ganó Morena, sino porque tendrá que recuperar el entusiasmo ciudadano por una Guadalajara mejor. Muchos de los activistas por la ciudad de los primeros años del siglo XXI se fueron a trabajar a los gobiernos naranjas, unos con mejores resultados que otros, pero lo que se perdió fue la interlocución entre gobierno y sociedad civil y con ello la posibilidad de pensar la ciudad entre todos.diego.petersen@informador.com.mx