Hace unos días, en el desplegado firmado a título personal por los titulares de los tres poderes del estado de Jalisco (pues sus representados, magistrados y diputados dicen no haber sido siquiera informados) los abajo firmantes, el gobernador Enrique Alfaro, el presidente del Congreso -el camaleónico diputado José María Martínez, hoy en Morena, mañana quién sabe- y un obediente presidente de Supremo Tribunal del Estado, Daniel Espinosa Licón, señalan que el grupo que controla la Universidad de Guadalajara desde hace 30 años ha distorsionado el concepto de autonomía para justificar todo tipo de abusos. Las autoridades universitarias por su parte, jugando el papel de víctimas, apelan a los ataques a la autonomía para movilizar estudiantes y hacer un acto político que nada tiene que ver con la calidad de la educación.Por supuesto que a los poderes constituidos y particularmente a un gobernador como Alfaro la autonomía, no solo de las universidades sino de cualquier órgano de Estado, se les atraviesa, pues en la práctica limita su poder. También es cierto que en nombre de la autonomía se han cometido los peores abusos y que las universidades han sido botín de grupos políticos en todo el país.Autonomía pareciera ser sinónimo de impunidad. Nada más lejano. Que en su nombre se hayan cometido abusos, como se cometen todos los días en las diferentes instituciones y poderes que ejercen recursos públicos, no significa que el problema sea la autonomía universitaria o, como deja ver el desplegado de los tres poderes con una sola voz, que sea un problema. Nada impide al Poder Legislativo vigilar el correcto uso de los recursos asignados a la Universidad, más aún, es su obligación. Toca al Poder Judicial sancionar los delitos de peculado que se cometan en esa o cualquier otra institución. La autonomía tampoco existe para que un grupo político controle la universidad a lo largo de 30 años. Todos esos son defectos de nuestra casa de estudios y de nuestras instituciones de gobierno que nada tienen que ver con la autonomía. Vale recordar algunas palabras del gran impulsor de la autonomía universitaria en México, Manuel Gómez Morín (el texto es de 1934): “La autonomía no es un capricho. En su forma más alta de libertad de investigación y de crítica, resulta impuesta por la naturaleza misma de la Universidad, por el fin que a esta Institución corresponde en una sociedad, por el carácter de su trabajo (mensaje para los tres poderes abajofirmantes)… no significa ni podrá significar un absurdo desgarramiento entre la Universidad y la comunidad de que forma parte, una pretensión ridícula de soberanía (mensaje para el grupo político que tiene el control). La autonomía ha tenido como sentido positivo el hacer que se plantee más claramente la misión de la Universidad; el hacer gravitar conscientemente sobre los universitarios mismos la vida de la Institución y el cumplimiento de su fin (mensaje para la comunidad universitaria que es la única que puede, y debe, cambiar la vida interna de la UdeG)”.diego.petersen@informador.com.mx