Me gustaría decir que la Avenida López Mateos es la metáfora del fracaso del desarrollo urbano de Guadalajara. Pero no es una metáfora, es una realidad palpable, una tragedia para cientos de miles de tapatíos que todos los días tienen que usar esa avenida y perder su vida en el transporte público, o en el mejor de los casos en un auto privado. Sucesivos gobiernos invirtieron millones de pesos en pasos a desnivel elevados y subterráneos para hacer de López Mateos un viaducto. A la postre la avenida no es más rápida, sino más lenta. La semana pasada el gobernador Alfaro planteó la posibilidad de hacer un segundo piso como solución al colapso.El problema de la Avenida López Mateos no es la falta de inversión, a ninguna avenida se le ha gastado tanto, sino el modelo de desarrollo urbano expresado fundamentalmente en dos políticas: el crecimiento estrella, del que hablábamos hace unos días, expandiendo la ciudad por los ingresos, y la autorización de cotos que privatizan las calles y luego se quejan de que no caben todos en una sola.Si el famoso viaducto fracasó en menos de quince años, un segundo piso correrá exactamente la misma suerte si no hay un cambio en la forma de ver y entender la ciudad. No hay nada más escaso que los recursos públicos y por lo mismo debemos tener muy claro en qué los invertimos, cómo usamos el poco dinero que tenemos para impulsar qué modelo de ciudad. Si lo que queremos es repoblar las zonas urbanísticamente consolidadas, la peor inversión es un segundo piso; si lo que queremos es una ciudad que sea para todos, hay que invertir en transporte público, no en viaductos; si pretendemos una ciudad de dimensiones más humanas, no alentemos el crecimiento hacia las afueras; si soñamos una ciudad para todos, evitemos los cotos y la privatización del espacio público.Un viaducto en segundo piso en López Mateos es una muy mala idea. Un buen transporte público en López Mateos es urgente, mucho más que la famosa Línea 4 que si funciona lo que va a provocar es una mayor expansión de la ciudad. Ya sabemos qué costo tiene hacer una línea de tren (la Línea 3 con todo y sus opacidades nos costó 75 millones de dólares por kilómetro). Un BRT, que es mucho más accesible, estrangularía aún más el flujo vehicular, pero daría, como debe ser, prioridad al transporte público sobre el privado.En cualquier caso, lo que está claro es que no hay una gran solución sino muchas pequeñas y medianas cosas por hacer y algunas medidas drásticas por tomar. Diego Petersen Farahdiego.petersen@informador.com.mx