Dice el Presidente que las marchas del domingo en defensa del INE fueron el striptease de la oposición (Striptease: Espectáculo en el que una persona se desnuda lenta y sugestivamente, con acompañamiento de música). Quiso ser un insulto, como todo lo que dice el Presidente en las últimas semanas, pero los terminó alabando. No dijo se encueraron (Encuerar: quitar la ropa hasta quedar en cueros) que habría sido un insulto mucho más rudo, sino que de acuerdo a la apreciación del Presidente lo hicieron con gracia, al ritmo de la música y para beneplácito de los espectadores.Lo que desnudó la marcha del domingo es que Morena no tiene los votos para hacer la reforma electoral que pretende el Gobierno lopezobradorista. También desnudó que la oposición, si bien aún está lejos de ser una amenaza para el partido en el Gobierno, está viva, se mueve y que si el Presidente y sus corcholatas se siguen equivocando, ellos mismos la harán crecer. La marcha desnudó también que en política ninguna victoria es para siempre como tampoco lo es ninguna derrota. Los moralmente derrotados no lo están tanto: el Presidente les regaló una causa, una causa moral y la aprovecharon para exhibirse. Haiga sido como haiga sido, en el saldo del domingo, la oposición ganó.Si desnudar la política es hacerla más transparente, hay que desnudarla. Si hacer un striptease político es desnudarse con gracia, alegría, sugestiva y provocadoramente, mejor aún. Me temo, sin embargo, que estamos lejos de ello. Lo que estamos viendo es un encueradero, una batalla donde los actores se desnudan los unos a los otros a tirones, desgarrando las vestiduras -corrientes y mal confeccionadas- de unos y otros. No es muy brillante hacer una lista de quienes marcharon sin tener la talla moral para defender a la democracia cuando tienes a Manuel Bartlett en tu equipo. Es lo mas parecido a un autogol. No es muy demócrata que digamos salir a defender la democracia y gritar “fuera” o “muera” a un Presidente democráticamente electo. Es una flagrante contradicción.El que tiene el habla pone el tono, y en la política mexicana no hay duda de que el monopolio del habla hoy lo tiene el Presidente López Obrador. Es él y sólo él quien ha decidido que la política se haga en ese tono, descalificando al de enfrente no por lo que dice o piensa, no por una disputa de ideas sino por los atributos que cada quien le quiera poner al otro.La Mañanera se convirtió en una política de encueradera y como van las cosas, no quedará trapo sobre cuerpo. diego.petersen@informador.com.mxDiego Petersen Farah