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Morena, ¿hay espacio para la pluralidad?

Morena, ¿hay espacio para la pluralidad?
La sombra del caudillo sigue ahí. Campea por los pasillos de Palacio, su voz se escucha en las oficinas de las secretarías, los diputados viven para adivinar la voluntad del que no se ve, pero ahí está. Caudillo solo hay uno, eso nadie lo duda. El problema comienza cuando son varios y variopintos los que hablan en nombre del caudillo, y más aún cuando algunos usan el nombre del caudillo para imponer su voluntad.
Todo era más fácil en Morena cuando el señor estaba ahí y además gritaba en los mítines que había que aprobar todo sin cambiar ni una coma. Eso, a veces para bien del país, a veces para peor, dejó de existir. Diputados y senadores, particularmente los coordinadores, se sienten con autoridad no sólo para proponer, sino incluso para contradecir a la Presidenta.
En las últimas semanas han aflorado las diferencias de proyecto en Morena. Son temas límite que han obligado a que diferentes liderazgos se pronuncien y, a la postre, se enfrenten. El primero y más evidente fue el de Cuauhtémoc Blanco. Los pragmáticos, los que están en Morena porque es la fuente y la puerta de acceso al poder, cerraron filas en torno a uno de los suyos. Para muchas mujeres y hombres el asunto del ex gobernador de Morelos fue el punto de quiebre. Habían tolerado muchas incongruencias, comenzando por la imposición de Napoleón Gómez Urrutia como cuarto en la lista al Senado en la elección de 2018 porque el líder sabía lo que hacía. Ver a sus compañeras defender al macho le resultó intolerable.
La afiliación a Morena de Miguel Ángel Yunes, uno de los grandes enemigos del partido hasta hace unos meses, generó también una crisis interna. Hace seis años todos eran nuevos en el partido, hoy hay algunos que ya creen que tener derecho de antigüedad. Con o sin razón, estos últimos lograron que se le negara la afiliación a un oportunista más. Pero como Yunes hay muchos, menos famosos y con menos visibilidad mediática, que han generado conflictos en diferentes Estados y municipios.
Otro punto de división ideológica ha sido el trato al problema de los desaparecidos. Teuchitlán fue un punto de quiebre para muchos que vieron en la respuesta negacionista y conspiracionista de los ideólogos del partido una manifestación de corte estalinista. La débil posición de la Presidenta en este tema, que pasa de la negación a algunos pequeños destellos de solidaridad con las víctimas, lejos de ayudar ha generado un vacío que favorece que surjan las diferencias.
Todos los días en las páginas de los diarios y sitios en internet hay un artículo de un morenista atacando a otro morenista. Eso sería sano si deriva en un partido con una vida interna más democrática; sin embargo, el riesgo es que se impongan los radicales, una historia que hemos visto repetirse en decenas de países.
La gran pregunta es si en Morena hay espacio para la pluralidad. En política como en religión, los más peligrosos son los puros.
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