No ha pasado una semana de que el gobernador de Jalisco negó, con su estilo contundente y retador, que existan bloqueos en las carreteras del estado, como denunció el arzobispo de Guadalajara, el cardenal Francisco Robles, cuando cayó la avalancha de denuncias y hechos.Primero la de decenas de ciudadanos que han dado testimonio en diversos medios sobre bloqueos en carreteras y caminos en todo el estado. Siguió la carta del ITESO en la que agradece la intervención del gobierno para rescatar a dos estudiantes en San Andrés Coamiata, una comunidad wixárika, al mismo tiempo que denuncia la inseguridad que se vive en las comunidades de la zona norte del estado. Siguió el obispo de Autlán, Rafael Sandoval, que narró cómo fue obstruido y asaltado en una carretera en Los Altos, entre San Juan de los Lagos y Encarnación de Díaz, una zona donde la gente ha salido de sus comunidades desplazada por la violencia pero que el gobierno dice tener controlada. Para colmo un influencer cerró el Puente Matute Remus para ponerse a bailar y mandar un mensaje: “Cerré el Periférico para mí solo para que vean lo que puede hacer el poder y el dinero aquí en México” (evidentemente Lázaro Cárdenas no es el Periférico, lo influencer no quita lo ignorante, pero el mensaje es el mismo).Claramente el gobierno de Jalisco al igual que el federal han decidido dejar de dar la batalla por el territorio, pero también por la seguridad. No sé si el joven influencer “Fofo” Márquez, cuyo atractivo es exhibir una forma de vida llena de lujo y prepotencia, decidió bloquear el Puente Matute Remus porque le pareció atractivo o porque sabía que en Jalisco podría hacerlo sin que autoridad alguna se le pusiera enfrente. “Haiga sido como haiga sido” el mensaje fue que pudo bloquear no una carretera secundaria sino la avenida más importante de la zona metropolitana de Guadalajara sin consecuencia alguna. Para colmo, al día siguiente otro joven repitió el cierre, “para que vea el ‘Fofo’ que no sólo él puede hacerlo”.Hay un problema estructural con la capacidad de respuesta de nuestras policías. No sólo la de Tránsito, que está prácticamente desaparecida, sino de todas, desde las municipales hasta la federal, pasando por la policía del estado. Hacer como que no sucede nada no va a resolver el problema. Si en lugar de negar las autoridades estuvieran un poco más dispuestas a escuchar quizá algo se podría hacer en conjunto. Sin embargo, como en la canción de Joaquín Sabina, la actitud del gobernador Alfaro pareciera ser “lo niego todo, incluso la verdad”. Diego Petersen Farahdiego.petersen@informador.com.mx