Cuando en 2006 Antonio Ortuño escribió “El buscador de cabezas”, una trepidante novela llena de humor negro sobre un grupo de extrema derecha en México, la leímos como una de esas ficciones que, pensábamos, sólo existen en la cabeza delirante de un escritor. Tres lustros después, la extrema derecha se hace presente en México con manifestaciones distintas a las imaginadas por Ortuño (o no), pero con las mismas ideas y articulaciones.A la publicación en El País de un mitin abiertamente fascista en la Ciudad de México siguió la realización del congreso de la CPAC México (Conservative Political Action Conference). Estos dos eventos provocaron que la opinión pública volteara a ver a los conservadores en México y viéramos sus vínculos con los liderazgos de ultraderecha de otros países. En la inauguración del capítulo mexicano de la CPAC estuvo Eduardo Bolsonaro, hijo del recién derrotado presidente de Brasil; el líder de la extrema derecha Húngara, Gegerly Gulyás; el ideólogo de las fakenews y las realidades alternativas, Steve Bannon; la abogada de Provida, Abby Johnson, y por supuesto el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien fue recibido con más aplausos que en La Mañanera. La cabeza visible de CPAC en México es Eduardo Verástegui, un personaje de la farándula y rostro del movimiento en redes sociales donde promueve actividades como rezar el rosario, cadenas de oración, discursos homofóbicos y antiaborto. Además de obispos que abiertamente le dan su apoyo, uno de sus principales promotores y financiadores, de acuerdo con la revista Proceso, es Patricio Slim y entre los ideólogos del movimiento está Juan Iván Peña Neder, un ex funcionario de la Secretaría de Gobernación en tiempos de Felipe Calderón, abierto promotor de ideas fascistas.La derecha conservadora radical ha tenido históricamente expresiones -más o menos violentas- en nuestro país, vinculadas casi siempre a movimientos católicos. En algún momento fue a través de organizaciones clandestinas o reservadas -ellos mismos las llamaban así- como los Tecos, el Yunque, el MURO, entre otras, y su participación política fue fundamentalmente a través de Acción Nacional, donde llegaron a tener mucha fuerza. Hoy se plantean la posibilidad de crear un nuevo partido conservador mexicano vinculado con los republicanos en Estados Unidos y con los partidos de derecha de América Latina.La radicalización es uno de los efectos nocivos de la polarización y de la derrota de la política. Lo que hoy vemos como un asunto curioso de caras de la farándula que promueven el rezo del rosario podría ser el germen de un movimiento político ultraconservador con tintes neofascistas y no será, por desgracia, una entretenida novela de Ortuño, sino un elemento más del desarrollo de la cultura del odio en nuestro país.