¿Qué tienen que ver entre sí Claudia Delgadillo, Pedro Kumamoto y José María Martínez? ¿Qué tienen que ver ideológicamente ellos tres con Claudia Sheinbaum, con López Obrador y con los fundadores de Morena? Muy poco o quizá nada, lo cierto es que a ninguno parece importarle gran cosa.La política hace muy extraños compañeros de cama, decía Groucho Marx. Lo que está logrando Morena en Jalisco es una orgía de principios aún más extraña y contradictoria que la mismísima y ya antinatural alianza PRI-PAN-PRD o que el chilaquil ideológico de Movimiento Ciudadano. Es cierto, la política no es para los puros ni para los puristas, pero igual lo es que el pragmatismo llevado a estos niveles de contradicción anula las ideas. La otrora joven promesa de la política independiente, Pedro Kumamoto, y el partido que fundó, Futuro, han hecho del derecho de las mujeres a decidir una causa fundamental y de las formas horizontales de hacer política un sello. Hoy tienen que convivir sin hacer gestos con un político abiertamente conservador en materia de ampliación de libertades y maestro de la política del acuerdo en lo oscurito, como lo es “Chema” Martínez, y con las formas verticales de hacer política de Morena y de los tránsfugas del PRI. A su vez, Martínez, el político pensionado, que no jubilado, ex adalid de la derecha y hoy coordinador de los diputados de Morena en el Congreso de Jalisco, tendrá que convivir en la campaña con el equipo de Claudia Delgadillo, los priistas que lo desplazaron y le quitaron sus canicas en el Poder Judicial. Esos mismos que hace doce años lo señalaban y repetían, a quien quisiera escuchar, que Martínez era un traficante de juicios, tendrán ahora que convivir con él y sonreír en la foto como si se acabaran de conocer.Los políticos son eso, mujeres y hombres de principios firmes, pero intercambiables; de criterio tan amplio como sea necesario para acceder al poder; capaces de acordar con quienes eran sus adversarios y volverse a pelear con esos mismos cuando convenga. El problema no lo tienen ellos; esos políticos siempre caen parados. El dilema es para los militantes de Morena, los que creyeron que con su esfuerzo estaban transformando al país, cambiando la política y la forma de tomar decisiones y que, como en el cuento de Monterroso, cuando despertaron, los dinosaurios no sólo estaban ahí, sino que habían tomado la casa y agandallado los mejores rincones. Hoy la oferta de Morena en Jalisco es sólo que los otros son peores. Ahora sí que demasiada transformación para llegar a donde mismo.diego.petersen@informador.com.mx