Viernes, 29 de Noviembre 2024

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El ninguneo, con todo respeto

Por: Diego Petersen

El ninguneo, con todo respeto

El ninguneo, con todo respeto

Si algo hemos aprendido en estos casi seis años de Gobierno de López Obrador y 24 de campaña ininterrumpida -ni siquiera cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México o cuando llegó a Presidente de la República dejó de hacer campaña-, si algo aprendimos en este último cuarto de siglo es que cuando Andrés Manuel dice “con todo respeto”, inmediatamente después viene el golpe o la falta de respeto. 

La declaración de ayer del Presidente de que, cuando había un asunto judicial que le interesaba, hablaba “respetuosamente” con el entonces presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, para que éste a su vez instruyera a los jueces, significa dos cosas: la primera es la confesión de parte de la intervención de un poder sobre las decisiones de otro, algo que siempre hemos sospechado y visto, pero nadie se había atrevido a formularlo de manera tan burda. La segunda es el poco respeto que el Presidente de la República tiene por el Poder Judicial y particularmente por Zaldívar, a quien siempre vio y trató como un miembro más de su de por sí poco ninguneado gabinete.

Arturo Zaldívar perdió el respeto de sus compañeros y de buena parte del país el día que dejó correr la iniciativa para ampliar su periodo por dos años. El ministro escuchó el canto de las sirenas, se dejó adular y cayó, como suelen caer los políticos, víctimas de su propio ego. Lo que siguió fue presentarse en la mañanera como un subordinado más del Presidente; Zaldívar olvidó que más allá de su ego estaba la institución a la que representaba. El colmo fue cuando redactó la pregunta indescifrable y torció la ley para cumplirle a López Obrador el capricho de tener un referéndum sobre el juicio a los ex presidentes.

La confesión del Presidente no hizo sino probar esa relación de subordinación. Que Zaldívar se haya quitado la máscara, haya regalado el puesto a López Obrador y se haya ido a trabajar a la campaña de Morena son decisiones personales, no deseables en alguien que en principio debe ser imparcial, pero personalmente válidas; no haber reaccionado a la confesión del Presidente de que le tiraba línea al presidente del Poder Judicial desde Palacio, convierte al personaje en un títere.

Ahora sí que, con todo respeto, el respeto se gana. Cualquier cosa en el futuro que pretenda Zaldívar, desde consejero jurídico de la Presidencia hasta fiscal General de la República, toda su carrera académica y judicial, quedará marcada, con todo respeto, por el ninguneo del Presidente.

diego.petersen@informador.com.mx

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