Naasón Joaquín García se declaró culpable de tres delitos de abuso sexual infantil. La negociación no fue sólo entre el fiscal y los abogados del líder de la Luz del Mundo, sino entre el apóstol de la iglesia y sus ministros: de todos los escenarios posibles este es sin duda el más conveniente para la institución.Hace tres años, cuando comenzaba el proceso, en este mismo espacio comentamos que el riesgo de ir a juicio era que se ventilaran testimonios y pruebas que generaran un daño irreversible no sólo al líder sino a la iglesia misma. En aquel momento, sin embargo, Naasón se declaró inocente. La estrategia fue posponer el juicio el mayor tiempo posible pero finalmente el #Honorable, el #Inocente se declaró culpable de delitos atroces. No fue un jurado quien lo condenó, él mismo aceptó haber cometido abuso sexual contra tres menores de edad. Evitó, eso sí, otras 16 acusaciones similares.Mientras eso pasaba en Los Ángeles, en Guadalajara la iglesia de la que es pastor y guía lo condenó a ser mártir. Por el bien de la iglesia Naasón Joaquín será en adelante la víctima del sistema. No le quitarán su reconocimiento como apóstol de dios, pues, como sucede con los Papas de la iglesia católica, al investirlos de santidad y pregonar que su nombramiento es divino nada ni nadie tiene la autoridad para destituirlos, ni siquiera por un delito grave, como es el caso. Más aún, lo que puede hacer como un ciudadano que busca su mejor defensa, declararse culpable, no lo puede hacer como apóstol, pues implicaría negar su divinización. Lo que sí puede hacer la iglesia es quitarle el poder terrenal. Cuando regrese Naasón dentro de una década, poco más o menos, de acuerdo a cómo se administre la sentencia, encontrará una institución que opera sin él y a pesar de él. Convertir al victimario en víctima implica un acto de fe. Los creyentes que se queden dentro de la iglesia -la gran mayoría sin duda lo hará- podrán profesar la inocencia del apóstol e incluir en sus creencias que Naasón es un perseguido. Lo que será muy difícil es que el resto del mundo, comenzando por los políticos que hace apenas unos años le rendían pleitesía, vuelvan a verlo con los mimos ojos y compren el discurso de la inocencia del pederasta.Lo que no podemos ni debemos perder de vista es que, en medio de estas negociaciones entre abogados y fiscales, más allá de lo que conviene a los jerarcas de la iglesia, hay víctimas: niñas y niños adolescentes que sufrieron abuso sexual. Pero sobre todo que, como ha sucedido en otras iglesias, incluida la católica, hay una maquinaria que opera para permitir el abuso, para ocultarlo, minimizarlo y al final borrarlo, que sigue intacta gracias a la complicidad de las autoridades mexicanas.diego.petersen@informador.com.mx