Dos Zócalos llenos en menos de 15 días. El primero rosa, en defensa del INE y la democracia. El segundo morado y verde, en defensa de las agendas feministas. La primera movilizó a la generación de la transición, la mayoría mayores de 45 años; la segunda a las jóvenes, a una generación de mujeres dispuesta a romper cualquier techo. Nada tienen que ver con ello los partidos de oposición, que, para citar a un clásico, no entienden que no entienden. Ninguna de las dos fue tampoco una manifestación en contra de López Obrador. Las dos son, sin embargo, un mensaje para los partidos y para el Presidente.El mensaje al Presidente es contundente: él no rige los destinos de este país. Por más que tenga el monopolio de la enunciación todas las mañanas, no tiene el monopolio de lo opinión, de las conciencias, para usar sus palabras. La transformación del país no es unívoca, tiene muchas agendas y formas distintas de entenderlo. No, los que van a las marchas no son conservadores, como dice el Presidente, había de todo en ambas. Lo que sí es evidente es que las mujeres rebasaron por todos lados a un régimen que se dice de izquierda y reproduce continuamente los estereotipos del conservadurismo.El mensaje a los partidos de oposición es todavía más fuerte: ellos pueden ser la vía, pero no serán quienes dirijan las expresiones de oposición en las próximas elecciones. La movilización está articulada desde la sociedad civil, no desde ningún partido. Mucho menos definirán la agenda que hoy está años luz por delante de cualquier instituto político. Si los partidos opositores optan por candidaturas producto de acuerdos cupulares se van a quedar más solos de lo que ya están.López Obrador va a llenar el Zócalo el próximo 18 de marzo. Será la sexagésima primera ocasión, según sus cálculos, pero a diferencia de las primeras, ahora, como las últimas diez, será desde el poder. Echará mano de todas las estrategias y recursos que da tener el Gobierno federal y la Ciudad de México. Van a mostrar músculo, van a aceitar la maquinaria, pero no van a mover nada más de lo que ya tienen.El mensaje es claro para los que quieran ser candidatos en 2024, sea por el oficialismo, sea por la oposición. La democracia sí tiene quién la defienda y esa certeza la da el INE como organismo autónomo, no el Gobierno en turno. Y, segundo, hoy la agenda pasa por los feminismos. No hay justicia social si no se entiende el papel a las mujeres cuidadoras en la sociedad y que la desigualdad es también un problema de género; no hay justicia laboral si no se revisan temas como brecha salarial en el trabajo, el trabajo doméstico y la doble jornada; no hay procuración de justicia si no se reconoce el reclamo de las madres buscadoras.Lo que hoy llena el Zócalo y las principales plazas de México es una agenda que nada tiene que ver con la clase política, aunque les duela.diego.petersen@informador.com.mx