Cursi es una palabra decimonónica de origen andaluz. Hay muchas versiones sobre su origen, pero todas coinciden en que viene de esa zona de España y que surgió en el siglo XIX. Algunos señalan que es la deformación del vocablo árabe “kursi”, que significa figurón o persona de gran importancia, por lo que de ahí se adjudicó como adjetivo a los pretenciosos, a los que se hacía pasar por importantes. Otra versión nos dice que es un anglicismo, una derivación de “courtesy” en su contracción “curtsy” y que se aplicaba a quienes eran manieristas y reverentes en exceso. Una versión más divertida la asocia a una canción popular, también andaluza, de la zona de Cádiz, en la que se ridiculizaba a la familia de apellido Sicour por pretenciosa y esnob. La repetición del nombre “Sicour, Sicour, Sicour de los coros derivó en la palabra cru-si. Sea cual sea el origen, su significado es muy claro: se aplica a aquello que pretencioso y que quiere aparentar más de lo que es.Ayer en la mañanera, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, hizo un alarde de cursilería en su alabanza al Presidente López Obrador. El discurso es digno de aparecer en los anales de la zalamería mundial. Cito algunas de sus frases: “Tú, caballo de fuego, atravesarás las junglas de la historia y derribarás los adobes de la indiferencia. Tú, caballo de fuego, escribirás un nuevo decálogo del pueblo, del bienestar, de oportunidad y de fraternidad indestructible… Un poeta innovador, un líder sin temores llegó desafiante para darnos respuestas… Hermano Andrés, este corcel metálico (en referencia al Tren Maya) que sólo un corazón intrépido como el tuyo fue capaz de soñar y de parir traerá desarrollo a nuestra tierra… ese caballo de fuego veloz, extraordinario, a quien trasplantaste tu alma, con su coraza metálica traspasará las brechas del progreso… Andrés Manuel, hijo del maíz y del rayo restaurador, tú llevas 32 soles en el alma, no olvides nunca cuánto te ama tu pueblo”.El discurso de Sansores no pasaría de un alarde de cursilería si no fuera porque se trata de una sumisión pública de un poder estatal frente al federal. No pasaría de una desfachatez más de una gobernadora sin miedo al ridículo de no ser porque se trata de un culto a la personalidad incompatible con las democracias modernas. Los himnos, cánticos y loas a los líderes son más propio de las autocracias y las culturas mesiánicas de iglesias y cultos.Crear al figurón, pasar del exceso de cortesía a la cortesanía, enaltecer el culto a la personalidad con las metáforas mitológicas que hacen ver al líder como un semidios, alguien iluminado y fuera de este mundo son manifestaciones de cursilería y también de abuso de poder. diego.petersen@informador.com.mx