Los mercados financieros son el único contrapeso que tiene hoy Morena en el ejercicio del poder. Sus reacciones son inmediatas, opinan con un clic y lo hacen todos los días, a toda hora. A los mercados no les gustó el resultado de la elección, no por quién ganó la Presidencia sino porque el nuevo Gobierno no tendrá contrapesos en el Congreso. Tampoco les gustó que el Presidente de inmediato mandara señales de que hará la reforma judicial que, más allá de filias y fobias, lo que leen en ella es que habrá mayor control político de la Corte y que ésta no será más un contrapeso al Presidente en turno. Sheinbaum reaccionó de inmediato anunciando la permanencia de Ramírez de la O en Hacienda, convocando a una reunión virtual con inversionistas y designando a Juan Ramón de la Fuente, un moderado, como coordinador del equipo de transición. No fue suficiente.Claudia sabe que lo que no hará la oposición, que está debilitada, vapuleada y sin poder alguno, lo pueden hacer los mercados financieros. Ellos votan todos los días. Su interés no es ideológico ni político. No les interesa la justicia ni la seguridad pública. No tienen preferencia por persona alguna. Lo único que miden es la certeza de la inversión a mediano plazo y la estabilidad de las reglas. Da igual si son mexicanos o extranjeros: su opinión pesa y pesa mucho, mucho más que la de cualquier ciudadano u opinador por ilustre que sea.Si alguna posibilidad existe de que la reforma judicial no sea lo radical que pretende el Presidente López Obrador, es que los mercados manden mensajes de que el control político del Poder Judicial les resulta inaceptable. De lo que no hay duda es que habrá reforma y que esa será la primera batalla de poder entre la presidenta entrante y el saliente. Si la reforma se hace en septiembre, con López Obrador en la Presidencia, será una amarra más para Claudia. El nada sutil mensaje de que el Presidente estará en su rancho para cuando la próxima presidenta quiera ir a saludarlo, no significa otra cosa sino que hará sentir su poder a través del Congreso y que la transformación es él, por él y con él. Tlatoani sólo hay uno.Los cuatro largos meses que separan a Sheinbaum de la toma de posesión serán un delicado juego de equilibrios entre dos fuegos: el obradorismo que, en medio de la euforia del resultado electoral, le pedirá que acelere la transformación, y los mercados que exigirán certezas. El nombre del juego es prudencia. Prudencia en su relación con el Presidente para no romper antes de tomar protesta, y prudencia en los mensajes a los mercados.El juego de tronos ha comenzado.diego.petersen@informador.com.mx