Alfaro dice que acepta el diálogo con la UdeG, pero con sus condiciones. Términos que no son sino una manera de decir no al diálogo, porque cuando hay ganas de resolver un asunto, esas cosas se dicen y hacen durante el diálogo, no como posiciones previas. Sin embargo, las tres condiciones dejan ver claramente la visión del problema que tiene el gobernador.La primera condición es que no va a discutir con la UdeG puestos de poder, ni magistrados, ni nombramientos de funcionarios de organismos públicos, ni reparto de cuotas y plazas. Uno no puede sino estar de acuerdo con el gobernador, la pregunta en todo caso es con quién sí lo hace. En la real politik esos espacios se ganan por el peso específico en el Congreso. Es un horror que así sea, con lógica de cuotas y cuates, y por eso hay que combatir esas prácticas, que son el origen de toda corrupción, con una ley de designaciones públicas. En todo caso, lo que está claro es que el grupo UdeG hoy por hoy no tiene el peso en el Congreso para participar en el reparto. El gobernador ha dicho que esa es la verdadera causa de la ruptura; el rector Villanueva lo niega. En cualquier caso, uno no puede estar sino de acuerdo con el gobernador en que la negociación con el grupo político UdeG debe pasar por el Congreso, no por la rectoría.Las otras dos condiciones, no otorgar recursos para “los negocios del grupo” (sic) y exigir que se retiren las mantas que lo ofenden, están absolutamente fuera de lugar. Si el “grupo” está haciendo negocios con dinero público la obligación del gobernador es denunciar a los responsables y meterlos al bote. Pero las empresas universitarias son parte del patrimonio público de la UdeG y por tanto de la autonomía. No podemos estar de acuerdo con que la Universidad sea autónoma sólo en lo que nos gusta. Los diputados, como nuestros representantes, tienen la obligación de vigilar el gasto de la Universidad (y, por cierto, lo hacen muy mal, como con el resto del gasto público), pero nadie, ni el gobernador, tiene derecho a decir en qué sí y en qué no pueden gastar.La tercera de las condiciones es realmente absurda. Exigir que retiren las mantas que lo ofenden tiene más que ver con el ego herido del gobernador que con una voluntad de diálogo. De la misma manera la UdeG podría exigir que el gobernador baje todos los videos donde insulta a la “camarilla”. Ambas cosas son parte de la política. Poner en la mesa estas condiciones no es, pues, sino una forma del gobernador de decir que no quiere dialogar. diego.petersen@informador.com.mx