Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Alfaro: gobernar con el vuelito

Por: Diego Petersen

Alfaro: gobernar con el vuelito

Alfaro: gobernar con el vuelito

El gobernador Alfaro ya acabó de estar, como decimos los tapatíos. Su cabeza está en otro lado y la del gobierno también. Lo único que le importa es el futbol y cortar listones de las obras que está por concluir: la presa del Zapotillo, una nueva planta de tratamiento, un cachito de la Línea 4.

En tanto, la violencia se normaliza. Las desapariciones rompieron récord la semana pasada; el domingo hubo tres manifestaciones de ciudadanos en reclamo por búsqueda de personas desaparecidas; cinco personas vinculadas con casas de cambio fueron levantadas impunemente (por suerte las regresaron vivas, pero otra vez no hay detenidos ni explicación alguna, de justicia no hablemos); un comandante de la policía de Guadalajara fue asesinado a plena luz del día, frente a sus hijos, en una vialidad principal (tampoco hay detenidos, por supuesto). 

Ninguno de estos casos mereció un pronunciamiento del gobernador del estado, como si eso fuera lo normal, lo cotidiano en el estado. No es normal que hayan desaparecido y no hayan sido localizadas 721 personas en lo que va del año. 

Tampoco son normales los levantones, que implican que hay otro que no es el Estado que hace justicia por mano propia, a su manera y con sus reglas. Tampoco es normal que se haya asesinado a 13 policías sin que gobierno y sociedad reaccionemos.

Los últimos meses de gobierno son tan importantes como los primeros. El periodo entre la elección y el cambio de gobierno ha sido tradicionalmente complejo. Este periodo llamado interregno es distinto en cada sexenio. El de este año sorprende no solo por el abandono de poder por parte del gobernador, el tiempo que ha estado fuera, sino porque aun estando en el estado su presencia se ha diluido. 

Por más débil que parezca la demanda de Morena de anular la elección, mientras no se resuelva jurídicamente, resulta complicado que el gobernador electo tome las riendas. No se trata solo de un asunto legal, la falta de definición tiene efectos sobre el poder real. Más que nunca el gobierno saliente debería ser el principal soporte del gobernador electo, sobre todo siendo del mismo partido. Sin embargo, entre que Alfaro dice que se retira de la política, que deja el partido, y una relación con Lemus que se tensó en la campaña, uno no acaba de irse y el otro no termina de tener el control.

Los poco más de 120 días que faltan para el cambio de gobierno son un periodo muy largo para llegar solo con el vuelito. Lo que hemos vivido en la última semana es una muestra de que las cosas pueden descomponerse, y muy rápido.

diego.petersen@informador.com.mx

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