La peor frustración del presidente debe ser que por más que dice hacer las cosas de manera distinta, la realidad se la cobra todos los días y la historia se repite como una pesadilla. El eterno candidato y líder de oposición, Andrés Manuel López Obrador, que tanto criticó que los gobiernos de Fox y Calderón no pudieran rescatar a los mineros de Pasta de Conchos, que vociferó (con razón) contra la militarización del combate al crimen organizado, que acusó de inútiles a los sucesivos gobiernos del PAN y PRI que no lograban que la economía creciera más de un mediocre dos por ciento promedio, hoy se enfrenta a los mismos problemas y toma las mismas decisiones.La realidad es terca y no suele ceder simplemente porque le cambiemos el rostro al presidente. El buen ejemplo, que tanto presume López Obrador, puede influir en algunas conductas de los personajes cercanos (y habría que ponerlo en duda), pero no modifica las estructuras. La voluntad no mueve las montañas, es la fe la que genera esa ilusión de movimiento.La tragedia de los mineros de Sabinas, Coahuila, parece repetir, inexorablemente, lo sucedido en Pasta de Conchos hace más de 16 años. Las condiciones de seguridad laboral de los mineros no cambiaron un ápice con este gobierno. Porque no basta ir a tirar el rollo, ser solidarios con los familiares o rescatar al líder sindical para hacerlo senador. Se requiere vigilancia de la Secretaría del Trabajo, presencia en la zona, normas de responsabilidad para el comprador -la CFE- y sindicatos que defiendan a los trabajadores, no al líder.Para combatir el crimen organizado se necesita inteligencia; inteligencia estratégica e inteligencia financiera. No basta con saber, hay que hacer. De nada sirve que sepamos todo sobre “El Doble Erre” o “El Apá” si el operativo para detenerlos es un fracaso; tampoco lo que nos dicen los directores de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), los muy protagónicos Santiago Nieto y Pablo Gómez, si la famosa Operación Agave Azul sirve sólo para alimentar una rueda de prensa y no una carpeta de investigación.De nada sirve decir “yo creo que vamos a crecer seis por ciento” si el gobierno no genera las condiciones para ello.La realidad es terca, más terca que el presidente, que no es cosa menor, y siempre estará ahí para recordarnos que la voluntad no basta para cambiarla, que la historia se repite porque nosotros repetimos los mismos errores. Los próximos candidatos, los que sean, nos van a prometer paz, crecimiento económico y seguridad laboral. Allá nosotros si les creemos por su linda cara o su hermosa voz. Ahí estarán la realidad para burlarse y la historia para recordarnos que no basta la voluntad.diego.petersen@informador.com.mx