Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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AMLO y Alfaro; falta de empatía y frivolidad

Por: Diego Petersen

AMLO y Alfaro; falta de empatía y frivolidad

AMLO y Alfaro; falta de empatía y frivolidad

No puede ser coincidencia. O uno imita al otro, en este caso Alfaro a López Obrador, o estamos ante una nueva forma de hacer política fundada en invisibilizar los problemas a partir de ignorarlos. Pareciera un poco infantil, de hecho, lo es, pero a medida que avanzan cada uno en sus gobiernos hacen evidente dos cosas. La primera es una incapacidad absoluta de ser o al menos mostrarse empáticos con las víctimas. La segunda hablar de todo aquello que no nos incumbe ni nos importa, pero que los hace ver como personas con pasiones, particularmente deportivas.

Esta semana el gobernador de Jalisco no ha sido capaz de pronunciarse por el asesinato de un mando policiaco en Zapopan, ni siquiera para solidarizarse con la familia de la víctima. Vamos a suponer que el señor sabe algo que nosotros no sabemos respecto al contexto del asesinato y que prefiere no meterse, ni siquiera para prometer esclarecer los hechos (lo más seguro es que está consciente de que no lo harán). Sin embargo, bien pudo haber manado un mensaje de solidaridad a los hijos y los atónitos compañeros del policía caído. Para ellos, ni una palabra.

No se trate de sus amadísimas Chivas porque ahí si tiene regaños para los que criticaron al jugador Alexis Vega, que regresó del castigo por problemas disciplinarios para fallar un penal, y para enviar palabras de aliento al jugador. Palabras que no es capaz de pronunciar para las madres buscadoras, para las víctimas de la violencia o incluso para los servidores públicos.

López Obrador sostiene que no va a Acapulco porque, a pesar de que el ama con locura y arrebato a los vecinos de las colonias afectadas y éstos a él, nunca faltará el inconforme que en lugar de agradecer su iluminada presencia se atreva a protestar y exigir. Y, como los que protestan no tienen derecho a pensar por sí mismos, en automático los descalifica diciendo que alguien los manipula (nótese que el argumento es idéntico al que usan los enemigos del Gobierno obradorista para descalificar a los que van al Zócalo a apoyar al Presidente).

No se trate de béisbol porque el Presidente tiene tiempo de sobra para tomarse fotos con sus ídolos en Palacio Nacional, para buscarle chamba a través de la mañanera a un mánager amigo suyo y para hacer apuestas de quién ganará la serie mundial, como si la opinión beisbolera del Presidente de la República y su intachable investidura, emitida desde el atril de Palacio, le importara a la nación.

No, no es coincidencia: no hablar de lo que les es incómodo es una política para invisibilizar los problemas. Es un acto absolutamente consciente de mezquindad y un derroche de frivolidad, algo que, por cierto, ambos personajes criticaron acremente de sus antecesores

diego.petersen@informador.com.mx

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