Sábado, 28 de Septiembre 2024

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AMLO, las Fuerzas Armadas y los enredos de la lengua

Por: Diego Petersen

AMLO, las Fuerzas Armadas y los enredos de la lengua

AMLO, las Fuerzas Armadas y los enredos de la lengua

Qué es el Ejército: pueblo uniformado, un cuerpo con obediencia ciega o un grupo impoluto con algunos negritos en el arroz. En los últimos días el Presidente López Obrador ha argumentado sin distinción las tres cosas en su intento por defender a los militares tanto de su actuación en la Noche de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, como en la noche de Iguala, el 26 de septiembre de 2014. 

En su afán por defender el linaje de Omar García Harfuch, el Presidente se atrevió a decir que el general Marcelino García Barragán sólo acató órdenes del presidente Díaz Ordaz. Lo que no explicó López Obrador fue si la orden incluía detener arbitrariamente a los estudiantes, vejarlos y torturarlos, si eso fue iniciativa propia del pueblo uniformado, o sólo creatividad de algún uniformado en nombre del pueblo y de la Patria. 

Tampoco queda muy claro en el discurso de López Obrador este asunto de la línea de mando. Si Díaz Ordaz es el responsable único de la represión de los estudiantes, ¿Calderón lo es de las matanzas que hicieron miembros de las Fuerzas Armadas en Tlatlaya y Tanhuato, Peña Nieto de Ayotzinapa y López Obrador de lo que sucedió en Ciudad Juárez y en Nuevo Laredo? Pues resulta que, según el Presidente, Diaz Ordaz y Calderón sí, pero ni Peña Nieto, su nuevo mejor amigo, ni él, por supuesto, tienen algo que ver con la línea de mando.

En la confusa versión del Presidente el Ejército nada tuvo que ver con Ayotzinapa. Los soldados involucrados y procesados, no sólo con la desaparición de los jóvenes sino en la venta de armas al crimen organizado, actuaron por cuenta propia. Ahí la línea de mando no existe, son elementos con libre albedrío cuyos jefes no se enteraron. Mismo caso para García Harfuch, quien (Encinas dixit) participó como coordinador de la Policía Federal en Guerrero en las reuniones donde se decidió la construcción de la Verdad Histórica por la que está en la cárcel el ex procurador Murillo Karam y es perseguido Tomás Zerón, pero la responsabilidad del posible candidato de Morena está diseccionada con bisturí.

Cuando el pueblo uniformado, sea por maldad o por error, dispara contra el pueblo bueno, ¿quién es el responsable?: quien disparó, quien ordenó disparar, quien ordenó al que ordenó disparar que fueran implacables contra todos aquellos que sean o parezcan crimen organizado, o quien dispuso que las Fuerzas Armadas realizaran labores de seguridad pública. La responsabilidad de los presidentes, llámese Díaz Ordaz, Calderón, Peña Nieto o López Obrador, es política. La responsabilidad de lo que pasa en el campo y en los cuarteles es responsabilidad de los mandos.

Por defender lo indefendible el Presidente se enredó con su propia lengua. Pero, ¿qué es la contradicción si no un derecho de los poderosos? El problema es que el poder se acaba y las palabras permanecen, pacientes, a la espera de eso que llamamos memoria y que más temprano que tarde será Historia.

diego.petersen@informador.com.mx

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