Miércoles, 26 de Junio 2024

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AMLO, el crimen organizado y el escándalo

Por: Diego Petersen

AMLO, el crimen organizado y el escándalo

AMLO, el crimen organizado y el escándalo

Sucedió en Jalisco. Un líder comunal acude a la cabecera municipal para hacer un trámite. Mientras espera a sus compañeros va a la plaza frente al Palacio Municipal a comer una paleta. Hasta ahí llega un viejo conocido. Hay que arreglar los problemas de tierras, le propone, el jefe quiere hablar contigo y resolver todo de una vez. Lo lleva a la oficina del presidente municipal. Quien está sentado en el escritorio no es el alcalde sino el “jefe de la plaza” que despacha a sus anchas en la sede del poder constituido. El alcalde no está, anda de gira inaugurando obras. Tenemos que arreglar los problemas, dice condescendiente, te voy a decir cómo le vamos a hacer. 

Esto sucedió en Jalisco, pero pudo haber sido Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Tamaulipas, Nayarit, Estado de México. 

Lo sucedido en Sinaloa el fin de semana, grupos de control uniformados que suplantan autoridades, es gravísimo en la forma y en el fondo, pero no extraño. Para el presidente López Obrador, sin embargo, señalarlo, advertirlo, horrorizarse de que suceda es “hacer escándalo”. Él ya lo normalizó y quisiera que todos lo normalicemos. En su nuevo discurso la estrategia de seguridad ya no es quitarle el poder al crimen organizado sino moralizarlo, convertirlos en buenos ciudadanos por convencimiento y prédica.

A los sucesivos gobiernos de México les ha pasado como a aquellos marchistas de izquierda de los que platicaba mi amigo Fernando. Salieron a la calle convencidos a hacer una barricada al grito de “No pasaran”, y los policías pasaron. La segunda vez gritaron “No volverán a pasar”, y los represores volvieron a pasar. La tercera ocasión hicieron su barricada al grito de “Haremos como que no pasaron”. A los presidentes les sucedió algo similar. Felipe Calderón se lanzó al ataque convencido, pero fracasó en su intento por recuperar el territorio. El “michoacanazo” (la detención simultánea de 21 alcaldes de Tierra Caliente) se diluyó porque no tuvo la fuerza ni la inteligencia política para llevarlo a sus últimas consecuencias. Peña Nieto lo volvió a intentar fortaleciendo las autodefensas. Le pasaron por encima y aquello terminó peor de lo que comenzó. López Obrador ha optado por negar la realidad, por hacer como que no pasaron y como que nada pasa.

Lo peor que podemos hacer como sociedad es pensar que esto es normal, que así es como hay que vivir ahora y que hay poderes que están más allá de los municipios, el gobierno del Estado o del país. Los ejércitos paralelos del crimen organizado, la suplantación de autoridades, la pérdida del control del territorio por parte del Estado, hay que decirlo con todas su letras, es un escándalo.

diego.petersen@informador.com.mx

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