El gobierno de López Obrador llega a su IV Informe y con ello comienza el cierre de su administración. Para los presidentes es el cenit de su gobierno y también del poder. Lo que sigue es preparar el aterrizaje, el momento de mayor riesgo del vuelo.En su IV Informe, Carlos Salinas de Gortari prefiguró lo que según él era su legado para la historia: el liberalismo con sentido social, anclado en el pensamiento de Zapata. Unos meses después el zapatismo irrumpiría en el escenario nacional para recordarnos lo lejos que estaba el presidente de la realidad. En el IV Informe de José López Portillo nos pidió prepararnos para administrar la riqueza. Unos meses después, estaba más solo que un perro callejero defendiendo al peso de sus propias malas y megalómanas decisiones. El IV Informe de López Obrador está también pensado para la posteridad. Ya no se habla en los anuncios de una promesa de futuro sino de los logros de su administración, dando por hecho que las cosas suceden en este país simplemente porque él las pensó. Algunas son mentiras flagrantes y un tanto absurdas, como que gracias a que compramos una refinería en Texas ahora todo el petróleo se refina en México (o a lo mejor Texas ya es México y nadie nos avisó que en la compra de una refinería nos daban gratis un estado) o que el aeropuerto Felipe Ángeles, que sigue sin tener operaciones importantes ni conectividad, es el mejor de América Latina (bueno, al menos es el único con funciones de lucha libre, eso sin duda) pero, a quién le importa.Del tamaño de la fiesta en el IV Informe es el riesgo de la caída. La circunstancia de cierre no le será favorable al presidente López Obrador. La inestabilidad de la economía internacional aunada a la inoperancia del aparato gubernamental augura un último tercio con mucha turbulencia económica e inestabilidad política derivada de la violencia y falta de operación. Haber adelantado la sucesión tiene hoy a Morena, el partido del presidente, en los cuernos de la luna en materia electoral y se logró instalar la idea de que no hay competencia para el 2024. Sin embargo, esta misma lógica de sucesión hace que hoy, cuando el presidente más necesita de la tripulación completa para aterrizar el avión, copilotos y sobrecargos anden literalmente en otra cosa y no hay quien se preocupe ni por recoger la basura en la cabina ni por verificar que baje el tren de aterrizaje.No hay hombre más solo que un presidente al final de su sexenio y López Obrador llegó ya a ese momento.diego.petersen@informador.com.mx