Dos tormentas se avecinan en la relación con Estados Unidos: el combate al fentanilo y el aumento del flujo de migrantes. No hay remedio: los dos temas los subirá a la campaña por la presidencia Donald Trump o quien sea el candidato republicano y obligará al Gobierno demócrata de Joe Biden a subir el tono y las acciones. En el caso del fentanilo la demanda estadunidense es muy clara: ayúdenos a combatir la epidemia de salud que representan las casi 70 mil muertes al año por sobredosis de esta droga. Después de cinco años, el Presidente López Obrador acusó por primera vez recibo de la demanda en la gira por Sudamérica. Fue en Colombia donde dijo que Estados Unidos requería del apoyo de México y América Latina para el combate al tráfico de fentanilo y lo que siguió fue la extradición exprés de Ovidio Guzmán. El Gobierno vecino agradeció el gesto, pero ya dijo que los quieren a todos. El problema para el Gobierno mexicano es que un descabezamiento simultáneo de las organizaciones criminales ligadas al fentanilo puede generar un aumento en la violencia por el reacomodo de los liderazgos. Podemos coincidir en que detener a las cabezas, sean los “Chapitos” u otros más, de poco ayudará a reducir el tráfico de drogas y menos aún el consumo de fentanilo en EU; sin embargo, es lo que el Gobierno de Biden necesita de cara a la campaña del 2024.La crisis de migración será un tema socialmente más complejo. Estados Unidos no va a aumentar los cupos, por el contrario, tenderá a endurecer el discurso y los hechos en el año electoral. Lo que estamos viendo en los trenes es ya un éxodo de enormes proporciones y vienen más. El Gobierno de México tiene sólo de dos sopas: o baja a los migrantes de los trenes usando Policía y Fuerzas Armadas o refuerza el sello en la frontera sur, con todo lo que ello implica de violaciones a derechos humanos. Sellar la frontera con más Policía y Ejército puede ser políticamente más conveniente, pero tiene costos electorales para Morena.Hasta ahora López Obrador ha sido muy hábil para navegar por las aguas del crimen organizado con muchos cachondeos verbales y pocos golpes muy focalizados a la estructura. En el problema migratorio ha cruzado el pantano sin mayores manchas, incluso la tragedia del centro de detención de Ciudad Juárez en la que murieron 38 migrantes no lo salpicó. Lo que para cualquier otro Presidente habría sido una crisis de gabinete, a AMLO le hizo lo que el viento a Juárez. El peor escenario es por supuesto que los problemas se crucen. Que ante la persecución al tráfico de fentanilo el crimen organizado incremente su actividad en el tráfico y extorsión de personas migrantes. En año electoral, con la oposición activada, el poder del Presidente en declive y el problema creciendo, lo que podemos esperar es que estos dos temas se complique aún más.diego.petersen@informador.com.mx