Pues sí, señor: unos tiempos traen otros...En lo que acaban de diluirse los ecos de la pantomima dominical de la cacareada, desairada, fallida, inútil y costosa Revocación de Mandato, viene al caso tomarle la palabra al calendario y aprovechar estos días de asueto para participar en las maratónicas sesiones del Club “El Músculo Duerme, la Ambición Descansa”.-II-La Semana Santa, en todo el mundo cristiano y particularmente en México, solía ser –en menor medida, si acaso, que la Navidad– una de las celebraciones religiosas más importantes del año.Cambian los tiempos, empero..., y cambian, en consecuencia, las costumbres.Así, de la misma manera en que la Navidad se desnaturalizó al pasar a segundo término su significado original y generalizarse la costumbre de obsequiar a familiares, amigos y compañeros de trabajo con regalos y reuniones para convertirse en la mayor feria consumista del año, en las semanas Santa y de Pascua los motivos esenciales también pasaron a segundo término... aunque prevalecieran algunas tradiciones en que lo folklórico predomina notoriamente sobre lo religioso. Y como la conmemoración de los episodios relacionados con la crucifixión del Jesús histórico y la supuesta resurrección del Cristo de la fe coinciden ordinariamente con el inicio de la primavera y los primeros días cálidos del año, los “Días Santos” de antaño dejaron de ser “de silencio, penitencia, meditación y recogimiento”, como solía decirse, y pasaron a ser, simple y llanamente, “de vacaciones”.-III-El Concilio Ecuménico Vaticano II, al atenuar algunas de las añejas prácticas penitenciales –el ayuno y la abstinencia de carnes, por ejemplo– redujo a la calidad de meras costumbres la imposición de la ceniza el primer día de la Cuaresma o la bendición de las palmas el Domingo de Ramos. A cambio de ritos religiosos como el Vía Crucis, el Lavatorio, la predicación de Las Siete Palabras y otros, muy concurridos por los fieles en otros tiempos, y al margen del receso abierto hace dos años a causa de la pandemia, se mantienen tradiciones como La Visita de las Siete Casas en Guadalajara y otras ciudades; se siguen realizando dramatizaciones de La Pasión, como la de Iztapalapa en la Ciudad de México o San Martín de las Flores en Tlaquepaque; se sigue realizando la multitudinaria Procesión del Silencio en San Luis Potosí, principalmente, y “procesiones de los cristos” en varias ciudades del país...Todo ello, sin embargo –salvo prueba en contrario–, más en la tónica del folklore que de la religiosidad.