Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Diario de un snob

Por: El Duque De Tlaquepaque

Diario de un snob

Diario de un snob

* Lo que va de ayer a hoy... en esta Guadalajara.

* Nos referimos a gustos y estilos de vida.

* Unos tienden a subir... y otros suben a tender… la ropa a la azotea.

* Antiguos palacios y casonas de sólidos adobes y cantera.

La semana pasada hacíamos hincapié en que no solo la Ciudad de México fue una ciudad de palacios; esto lo afirmó en su momento un notable viajero inglés por no haber recorrido palmo a palmo el resto del país. Cada ciudad de lo que hoy es México posee además de su imponente arquitectura religiosa, muy notables ejemplos de arquitectura civil además de excepcional, con un despliegue de espacio. Al menos así lo fue siempre en la Nueva Galicia y su capital Guadalajara. Me explico, Ciudad de México, como Puebla crecieron limitadas de espacio y su arquitectura así lo denota. Edificios muy bellos pero... oscuros o abigarrados, con accesorias bajas y estrechas escaleras al “piano nobile”. Por lo contrario Guadalajara, Zapotlán, Lagos o Tepic tienen (o tuvieron) un diseño en donde las casas de ricos y pobres eran extensas y abiertas al Sol, al aire, alrededor siempre de un gran patio... y en un solo piso. Esto nos explica por qué un plano de esta ciudad fechado en 1810 es el de una ciudad de las dimensiones de la entonces capital de la Nueva España. Una ciudad mucho más higiénica la nuestra V.S. aquella repleta de mismas, leperos, falta de servicios de limpieza y casas habitadas por decenas de personas, entre criados, familias enormes y hasta el perico. Esto sin contar las bestias (de tiro me refiero jeje). Total, no por nada a Guadalajara se le conocía como la “Sevilla de América”... aunque al parecer se disputaba este privilegio con Lima la capital del Perú, con la pena de que allá el clima es infame... y la sociedad aunque refinada, jamás comparable con las y los hijos de la Nueva Galicia... esto al menos así fue hasta bien entrado el pasado S. XX... hoy ya no metería la mano al fuego por mis paisanos tapatíos en eso de demostrar de manera natural clase, educación y “good manners” aunque presuman de tener un ¿impecable? acento británico. Y bueno, volviendo al asunto de las “tappisseries de Aubusson” o las italianas o las que produjo también la Real Fábrica de Tapices del Buen Retiro en España, especialmente los muy elegantes y lucidores “reposteros”, es decir ,tapices de un solo tono y al centro las Armas o Escudo de la prócer familia. Puebla en su catedral posee una buena selección de buenos tapices flamencos. Nuestra catedral los tuvo también, pero incendios y terremotos acabaron con este tipo de elementos decorativos de gran lujo. Las sólidas casonas tapatías lucieron toda suerte de objetos y elementos suntuarios al convertirse en el casi paso obligado de la mercadería de Flandes, Nápoles y España al Oriente y de igual forma legal o ilegalmente (según el virrey en turno) por aquí pasaban primero las mil maravillas del Oriente antes de su despacho hacia el viejo continente. De otra manera... como se explica el hecho de que los bellos pórticos de cantera copiasen los diseños de tapices y elementos ¿chinnoasseries? Hoy que el furor de vivir en condominios verticales u horizontales y sin privacidad alguna hacen -supuestamente- una vida más práctica y... yo me pregunto... cuando lo más práctico ha sido ¿bonito, refinado o exquisito? Y por hoy, Coooorte.

Retomando el tema de la pasada semana respecto a tan solo el pórtico de lo que seguramente fue todo un palacio en la Guadalajara del S. XVI. Por la elaborada hechura asemejando un bordado de filigrana sobre la noble cantera tapatía se les llamó “portón de tapicería”, es decir la cenefa que bordea las finas tapicerías flamencas (aunque aquí erróneamente les llamen gobelinos), tan escasas y caras entonces como hoy en día. La bella finca estuvo en la hoy calle de Pino Suarez 114, cuadras más, cuadras menos, donde se ubica esta importante empresa editorial. CORTESÍA / F. Partida
Para establecer una comparación y precisar lo que estamos mencionando, aquí vemos en una casona de gran solera tapatía, una tapicería suspendida sobre uno de los muros de un elegante y bello salón. Esta es de manufactura francesa del S. XIX y en nuestro país es difícil encontrar piezas como estas o similares. Solo recuerdo haber visto aquí en Guadalajara, como en Monterrey o CDMX, pues a su elevado costo hay que sumar el hecho de poseer techos altos y grandes muros para el mejor lucimiento de una buena pieza de Aubusson. CORTESÍA / F. Partida

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