Si las palabras engordaran, los políticos tendrían obesidad mórbida. Por suerte para ellos, que tienen que tragárselas un día sí y otro también, no es así: las palabras no engordan. Lo que sí generan es un efecto de falta de credibilidad, pues los gobernados, de vez en cuando, nos acordamos de lo que dijeron y no cumplieron.Pero vamos a dejar de lado que Alfaro dijo que estaba en contra de los retenes, volantas de seguridad, módulo seguro, como se llamen ahora, como también dijo no a la presa del Zapotillo a 105 metros y luego se arrepintió, como también dijo no a la deuda y luego se endeudó, etcétera. Vamos incluso a dejar de lado la violación a los Derechos Humanos. La pregunta es sí sirven para algo los retenes.Vamos a aceptar que el diagnóstico es correcto: entre más armas circulen en las calles más probabilidad existe de que se usen.El tipo de violencia que vive este país y este estado está vinculado directamente con un exceso de armas ilegales circulando y la impunidad que significa portarlas y dispararlas contra otros. La pregunta entonces es por qué si ésta es la tercera vez que se aplica la misma medida en este siglo -antes se hizo en los gobiernos de Ramírez Acuña y Aristóteles Sandoval- la violencia no se ha reducido, por el contrario, aumenta.La primera razón es que se trata de medidas temporales, pensadas para tener contenta a la tribuna, particularmente al sector más conservador de la ciudad, y no de políticas públicas encaminadas a la persecución inteligente y permanente del delito de portación de armas. La política de despistolización funcionó a finales de los años setenta con Flavio Romero como gobernador, y de ahí el apoyo de ciertos sectores de la sociedad, porque era el mismo Estado quien había armado estudiantes de uno y otro bando. Hoy hablamos de un fenómeno muy distinto: el crimen organizado.El módulo de seguridad es en el mejor de los casos una política disuasoria, algo así como “deja tu arma en casa”. A falta de inteligencia policial, el gobierno opta por algo que sabe que está en el límite de lo legal y es poco efectivo pero muy visible, que hace parecer como que hay una política de persecución del delito. Dos detenidos aquí, tres allá que saldrán libres pasado mañana y dos pistolas decomisadas, son los resultados cacareados del primer día.La verdad es que nadie quiere jalarle los bigotes al león. Si quisieran acabar con la presencia de armas ilegales hay que comenzar por darse un vuelta a los mercados, particular fama en esta materia tiene el de San Juan de Dios, inmuebles, por cierto, que son de propiedad municipal. Pero nadie quiere eso. No se trata de despistolizar, sólo de despistar.Por cierto, feliz cumpleaños, Guadalajara. Los 480 te sientan bien.