Uno de los grandes problemas de la vida política son las personas que se declaran “antipolíticas” y abiertamente se ufanan de su indiferencia y desdén a lo que es ineludible en la vida humana, tanto como respirar, a pesar de tontamente quererse declarar “antioxidante”.Irene Vallejo, en uno de sus artículos, trata muy bien el tema al señalar lo que realmente es ser idiota. “Así le llamaban los griegos a los ciudadanos que tenían derechos, pero se desentendían de los asuntos públicos, refugiándose en sus intereses privados. Para Aristóteles, un idiota es quien se queda en su casa y deja que gobiernen los bandidos”.Lo que presupone que al existir un desdén por los intereses de la comunidad, es muy fácil que los más aprovechados y ventajosos se avalanchen sobre las arcas públicas y se conviertan en ladrones, y todo porque hay una buena cantidad de la población que se aleja de la vigilancia y se convierten en unos idiotas.Lo que presupone es que llegan al poder los peores hombres, los que tienen el “colmillo” y todas las mañas para quedarse con el poder, en la medida en que más idiotas hay en la comunidad, que por omisión y apatía, dejan de participar en la vida pública.Toda esta reflexión nos conduce a comprender que hay una relación directa entre una masa de personas a las que no les importa lo que sucede en el gobierno, en la administración pública y en fin en la política, y el asalto a las instituciones públicas por parte de los gandallas y abusivos que se convierten en unos cínicos sinvergüenzas a costa de todos los que se han declarado como “antipolíticos”.Por lo tanto, es urgente hacer un llamado a los “idiotas”, para que despierten y abran los ojos para que vean lo que está sucediendo y pongan más atención a su entorno y dejen de vivir la fantasía de que esconder la cabeza en un hoyo o querer tapar el sol con un dedo, es un remedio eficaz ante el deterioro de la calidad de vida de una comunidad.Claro que hay muchos necios y tercos que van a seguir insistiendo en que no quieren saber nada de política, pero hay que convencerlos de que no hay manera de evitar que todo lo que sucede a nuestro alrededor tiene que ver con la política. Bien señalaba Aristóteles: somos animales políticos. Más vale ser más políticos que animales y dejarnos de estar escondiendo.