Estamos viviendo una deshumanización sin precedentes. No está en tela de juicio que los eventos que estamos viviendo a nivel nacional e internacional nos dejan un mal sabor de boca sobre nuestra naturaleza y hacia a dónde nos estamos dirigiendo. Para este artículo, decidí hacer una breve reflexión sobre los hechos que estamos viviendo porque si a nivel personal no ponemos nuestro grano de arena, nos esperan más problemas. En un estado de naturaleza, Thomas Hobbes consideraba al humano egoísta. Esto, derivado de que al estar rodeados de recursos limitados, uno siempre velará por sus propios intereses antes que por los de un tercero. Para Hobbes, lo que más nos preocupa en un estado de naturaleza es nuestra seguridad. Es decir, si nos fueran a poner a todos en una jungla, nuestro fin sería garantizar en todo momento nuestra seguridad y la de nuestra familia. Tomemos el caso del estadio en Querétaro, la inseguridad generalizada en México, y el conflicto en Ucrania. Aparte de demostrarnos una asimilación a una naturaleza arcaica y que deja mucho qué desear, estos hechos ponen a reflexionar sobre la vida misma. ¿Cómo es posible que hemos avanzado tanto en temas tecnológico y de salud y en temas de valores hemos retrocedido tanto? Específicamente con el tema del estadio, considero que hay un cúmulo de factores mal encaminados: educativos y sociales. ¿Por qué necesitamos seguridad en un evento familiar? La simple idea de trastornar un evento familiar y de competencia positiva en un campo de batalla significa que hemos cruzado un límite. Si Hobbes en realidad tenía razón sobre nuestra condición humana, debemos luchar por superarnos cada día y por transformar la división en unión social. El simple hecho de estar vivo en estos tiempos tan complicados, conlleva un compromiso de tratar de superarnos día con día. No necesariamente debemos ser activistas para aportar desde nuestras trincheras: podemos en cualquier momento educarnos más sobre la historia para aprender de ella o reconocer y respetar los derechos de alguna minoría social en situaciones cotidianas. Soy un firme creyente de que, contrario a lo que establece Hobbes, la capacidad del ser humano de crear es mayor a la de destruir. Como escribió Marianne Williamson, “nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados, nuestro miedo más profundo es que somos poderosos, más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad la que nos asusta.” La capacidad de crear que tenemos es infinita, pero muchas veces nos da miedo tomar esa responsabilidad y optamos por la apatía e indiferencia. Lejos de tener miedo y elaborando las palabras de Octavio Paz, debemos luchar por que nuestra condición sea algo que se pueda perfeccionar, contrario a algo que se deba corregir.