Bárbara Lango es el nombre de una mexicana atrapada en la guerra. Las notas de prensa narran la impotencia de su familia ante el inmenso poder del terror y dan cuenta de la escasa influencia y habilidad oficial que desde estas tierras hay para exigir el respeto a la vida y la dignidad en un conflicto que desató el terror.La información publicada indica que Bárbara trabajaba para Médicos Sin Fronteras, la organización no gubernamental, cuando fue sorprendida por el conflicto; es una mujer profesional dedicada a servir a los demás cuya integridad está en peligro. Y como ella, la información también señala que habría dos mexicanos tomados como rehenes por las milicias de Hamás.Estas historias importan tanto como la vida de cada una de las personas que han sufrido y sufren en estos momentos los efectos de la decisión de grupos radicales de establecer la violencia indiscriminada como respuesta a los agravios. Es evidente que la inmensa mayoría de los más dos millones de habitantes de Gaza no tienen nada que ver con las milicias de Hamás que decidieron masacrar a personas inocentes por el hecho de ser judíos y estar en suelo israelí. Como también es claro que la inmensa mayoría de los habitantes de Israel nada tienen que ver con las decisiones radicales y belicistas de algunos de sus dirigentes que han llamado “animales” a personas por el simple hecho de ser palestinos y estar en suelo de Gaza.Nada justifica ni justificará nunca asesinar deliberadamente a personas inocentes, y en el caso del conflicto iniciado hace una semana, las escenas expuestas muestran que algunos líderes desataron esos nudos que contienen la violencia asesina, clamando una supuesta venganza o establecer con la sangre una supuesta justicia. La furiosa respuesta también ha puesto a sufrir a millones de personas, como a los padres de Bárbara, que merece salir de ese especie de gueto condenado a ser azotado por el hambre, la sed, las balas y el estallar de bombas que han cegado la vida de cientos de personas inocentes, incluidos niños.Lo sucedido en la guerra puede ser el producto de permitir, o apoyar a grupos radicales a ejercer el poder político y militar con criterios extremos. Del lado árabe es difícil identificar a los verdaderos líderes del movimiento que llama al terror porque muchos viven en la clandestinidad, pero reportes señalan a Ismail Abdel Salam Haniyeh y Yahya Sinwar como algunos de los líderes formales de Hamás que se hicieron con el poder en la franja de Gaza con un manifiesto de odio a los judíos, mientras que del lado israelí Benjamín Netanyahu es el líder derechista más radical de los últimos tiempos, que ha provocado en muchas ocasiones inquietud aun en sus aliados de Washington por sus criterios belicistas. La combinación de liderazgos radicales ha quitado, de hecho, algunos los nudos que significan el respeto a los acuerdos, al derecho internacional y al diálogo como camino para resolver las controversias, y han hecho correr el conflicto por la violencia atroz, en un terreno peligrosamente incierto, en donde las instituciones internacionales parecen solamente voces clamando en el desierto.Para que Bárbara Lango pueda regresar con bien con su familia, son necesarios estos nudos que contienen el terror: el respeto a las normas internacionales y la sensatez de quienes participan en la construcción de puentes para atender a la población civil. Curiosamente, ella trabajaba en una organización que se ha significado por la protección a la vida y la salud de las personas inocentes. La violencia que desatan estos nudos es el camino más peligroso que puede tomar la humanidad ahora mismo, como lo demuestran los hechos violentos sucedidos en Francia, en donde fue asesinado un profesor a manos de un militante islamista, y en el llamado a la violencia hecho por muchos líderes que se sienten agraviados por lo que sucede tanto desde la perspectiva del pueblo palestino, como del lado israelita. Ahora que el mundo mira los hechos en línea, es vital conservar el respeto al derecho internacional como principio para no tratar a los demás como los otros. Y para que podamos repetir, como está inscrito en tantos muros que recuerdan el Holocausto: que al ver la secuela de los crímenes de odio digamos una y mil veces: nunca más.luisernestosalomon@gmail.com