Si antes de concluir el primer mes de administración de un gobierno establecido a seis años se escucha hablar de derrocamiento, destitución, rebelión y golpe de estado, es preciso hablar de un inicio fallido, del que no se tiene registro, al menos en la historia reciente de nuestro país.Es muy posible que Claudia Sheinbaum -quien, enfática, exigió en su toma de protesta que se le llame “Presidenta, con A”- haya hecho más daño a México del que pudo provocar el propio Andrés Manuel López Obrador, aunque, como he insistido, fue este quien cimentó el camino para transitar a este momento que vive la nación. Y seguramente no hemos visto lo peor aún.Si bien la presidenta se ha acercado a cumplir alrededor de 20 de los 100 compromisos que hizo al inicio de su mandato, la lista de planes y proyectos es extensa. Lo cierto es que por anuncios, planes y proyectos no ha quedado; por ejemplo, prometió el envío de un paquete de iniciativas para garantizar la igualdad sustantiva, luego presentó su estrategia de seguridad basada en cuatro ejes y detalló el plan para la compra y distribución de medicamentos.Pero Sheinbaum ha llegado a su primer mes de gobierno con no pocos frentes abiertos.“Los focos de violencia en estados como Guerrero, Guanajuato, Chiapas y Sinaloa no iniciaron con el gobierno de Sheinbaum. El sexenio que la antecedió fue el más violento de la historia del país, con alrededor de 200,000 homicidios y feminicidios.Sin embargo, expertos como Armando Vargas, coordinador del programa de Seguridad de la organización México Evalúa, advierten que con una estrategia de continuidad será difícil conseguir la reducción de la violencia.“En términos generales, estos cuatro pilares indican más continuidad, más de lo mismo, más de lo que nos ha dado en las últimas dos décadas, por lo que yo no vería una gran diferencia en cuanto a los resultados a esperar”, sostiene.Además, en solo 30 días alcanzó la cifra de 2,293 homicidios, promediando 73 cada día, de acuerdo con números de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC); entre ellos, el homicidio del sacerdote Marcelo Pérez en Chiapas, el asesinato del presidente municipal de Chilpancingo, Alejandro Arcos, el homicidio de dos periodistas, así como jornadas de violencia en Sinaloa y Tabasco, y la explosión de dos coches bomba en Guanajuato.Expertos afirman que el gobierno de Sheinbaum heredó dos crisis de la administración de Andrés Manuel López Obrador: la violencia en Sinaloa por la detención de “El Mayo” y la compleja implementación de la Reforma Judicial, por lo que la llamada “luna de miel”, tiempo en el que un nuevo gobernante goza de la confianza y respaldo ciudadano, no se perfila tan amplio para la primera mujer al frente de la Presidencia.“Claudia Sheinbaum llegó a la presidencia en un contexto complicado y lo que hemos visto es una especie de vorágine política. Llegó a la Presidencia cuando ya teníamos prácticamente una ‘guerra’ en Sinaloa, y llegó también a la presidencia cuando ya estaba la Reforma Judicial, que era una iniciativa del expresidente López Obrador”, explica Esperanza Palma, profesora de la Universidad Autónoma e integrante de la Red de Politólogas.Durante sus primeras cuatro semanas de gobierno, se tensó aún más la relación de Sheinbaum con jueces, magistrados y ministros. Además de las críticas que hizo a los integrantes del Poder Judicial por mantenerse en paro y estar en contra de la reforma aprobada y publicada en el gobierno de López Obrador, Sheinbaum no acató una resolución emitida por la jueza Nancy Juárez para eliminar del Diario Oficial de la Federación (DOF) la publicación de la reforma al Poder Judicial.El Senado de la República, de mayoría morenista, dio su aval para que la presidenta no cumpliera con lo ordenado por la juzgadora, al concluir que carece de atribuciones.Además de haber desacatado y prohijado incluso “que se le apruebe por el Senado a desacatar”, está por ocurrir una ulterior insubordinación, que debería ser estamentada como traición a la patria. Me refiero a la inminente acción de rebeldía a lo que la Suprema Corte está a punto de aprobar: una resolución que aprobará por ocho votos un proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, que establece que hay temas de la reforma a la legislación sobre el Poder Judicial Federal que son incumplibles, ilegales e inacatables, que no pueden acatarse porque van contra la constitución en global, contra la república y contra los derechos humanos fundamentales. Esto generará un vuelco porque estará ordenando o reiterando lo que ya jueces y magistrados han dicho: que no debería estar publicada o deberían haber estado ya retirada la publicación de la reforma. Esto generará un conflicto más de gran calado y que estará produciendo una situación cada vez mayor de hartazgo, enfado e irritación.Para Esperanza Palma, hay una crisis institucional en el gobierno de la presidenta de México, derivada de la confrontación de dos poderes.“A pocos días de iniciado su gobierno ya tiene una crisis constitucional. Hay una radicalización respecto al Poder Judicial; no han querido mover una coma a la Reforma Judicial, ha hecho críticas severas a los y las juezas y abiertamente ha desacatado una orden”, comenta.Aunado a lo anterior, ocho ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación presentaron sus respectivas renuncias en protesta por no estar conformes con las reformas al Poder Judicial. Se trata de Norma Piña, Margarita Ríos Farjat, Jorge Pardo, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Alberto Pérez Dayán, Juan Luis González Alcántara, Javier Laynez y Luis María Aguilar. Y aunque la Constitución establece que los ministros solo podrán renunciar por causas graves y las renuncias deben ser aprobadas por la mayoría de los presentes de la Cámara alta, la acción de los integrantes del Alto Tribunal obedece principalmente a estar en franco desacuerdo con las abyectas reformas que han deformado a nuestra Carta Magna y para no ser cómplices de la consumación del burdo montaje por medio del cual los hoy mangoneantes de las decisiones fundamentales habrán de despejar el camino haciendo a un lado a jueces, magistrados y ministros que les estorban, y a cambio imponer incondicionales que les validen sus sandeces con las que habrán de continuar destituyendo a la República, que cada día es más una tiranía absolutista.opinión.salcosga@hotmail.com