El final no podía ser más macabro: la forma en que los estudiantes desaparecidos el 19 de marzo fueron asesinados y finalmente desintegrados es de espanto, pero el contexto es terrorífico. La saña con que tres jóvenes pueden ser impunemente borrados de la faz de la tierra habla de una descomposición de la seguridad alarmante, pero lo más grave es que esto puede ocurrir nuevamente, porque todos los elementos que permitieron y que explican la desaparición y asesinato siguen ahí. Dicho de otra manera, la mala es que hoy sabemos que los jóvenes fueron torturados, asesinados y disueltos en ácido; la peor es que se da en medio de un contexto de rompimiento del cártel hegemónico lo que solo augura más violencia.La explicación de la Fiscalía, bien investigada, armada y cuidando los elementos de prueba en cada paso, es que los jóvenes murieron por haberse metido, sin deberla ni temerla, a filmar en una casa propiedad de los nuevos enemigos del líder de un cártel y eso fue suficiente para que se les considerara sospechosos. La historia es más o menos así:“El Cholo”, jefe de sicarios y brazo operativo del cártel Nueva Generación se reveló contra su jefe, “El Mencho” hace un año y creó un nuevo grupo criminal denominado cártel Nueva Plaza que tiene presencia en Guadalajara, Tlajomulco y Tonalá. El compadre de “El Cholo”, Diego Gabriel Mejía, que tenían vínculos con Edna N, tía de uno de los jóvenes, resultó ser el dueño de la finca en la que los estudiantes del CAAV estaban haciendo su trabajo. Al ver movimientos en la casa, la célula de Tonalá del cártel Nueva Generación vigila el domicilio y a la postre le encarga a uno de sus sicarios, de nombre “El Cansón”, que detenga e interrogue a los tres jóvenes. En la tortura e interrogatorio esa misma noche en otra casa muere uno de ellos, por lo que deciden matar a los otros dos y llevarlos a un tercer domicilio donde los desaparecerían en tinacos con ácido sulfúrico. Unos días después, el mismo cártel Nueva Generación mata a “El Cansón” para evitar que quedara como testigo.Queda sin embargo una serie de preguntas aún sin respuesta. La primera es por qué la policía municipal de Tonalá se negó a buscar a los jóvenes tras la denuncia. Los policías detenidos fueron liberados porque se comprobó que no participaron directamente en el secuestro, pero la negligencia, sea por miedo o por acuerdos con el cártel, es imperdonable pues esas horas que se perdieron en la no respuesta policiaca pudieron haber cambiado el destino de los jóvenes. “El Cholo” fue detenido hace unos meses en un alcoholímetro con identidad falsa y posesión de cocaína, sin embargo, fue liberado por falta de pruebas; ¿hay responsabilidad del ministerio publico que lo consignó o del juez que lo liberó? Alrededor de este asunto se sabe de al menos otros tres casos de personas disueltas en ácido y una joven desaparecida que trabajaba con Edna N. ¿cuántos casos más hay como estos y qué capacidad -y voluntad- de investigación existe para asuntos que no son mediáticos?En memoria de estos jóvenes, debemos exigir que se investiguen todos los casos y no solo los que llegan a los medios y una Fiscalía de desaparecidos eficiente y con capacidad suficiente.(diego.petersen@informador.com.mx)