En un despliegue operativo pocas veces visto, la Fiscalía de Jalisco activó a todos y cada uno de sus oficiales de investigación hasta dar con el paradero de Alexandra: una niña de ocho años que desapareció cuando estaba en las calles de la Colonia Colinas del Roble, en ese Tlajomulco de Zúñiga atiborrado de pequeñas casas abandonadas y fraccionamientos con marcados déficits de servicios públicos.Desapareció. Una niña. Ocho años.Las autoridades hicieron lo que tienen qué hacer: funcionar. Y, tras entrevistarse con decenas de personas y “peinar” casas sin habitantes en ese fraccionamiento, dieron con ella. Apareció. Estaba en la casa de una vecina.Dos días después, la palabra desaparición ocupó otro espacio en las noticias de Jalisco. Esta vez fueron dos adolescentes: David y Francisco, de 14 y 16 años, quienes habían encontrado empleo en una lonchería de Puerta de Hierro. Eso fue lo que dijeron a sus padres. Lo último que se supo de ellos es que iban en un auto por un camino de terracería. Luego, nada.Desaparecieron. Dos adolescentes. Catorce y dieciséis años.Tres semanas antes, una bebé sin registrar fue sustraída del Hospital Zoquipan, en Zapopan. Una mujer se disfrazó de enfermera, le hizo plática a la madre de la niña para ganar su confianza y le pidió que se la entregara un momento para “hacerle unas pruebas”.Así: sin más.Nadie notó que una enfermera que no trabajaba ahí se había metido al área de recién nacidos y se llevó a una bebé. La niña apareció un día después, sana y salva, pero fue porque, asustada, la mujer que se la llevó decidió abandonarla.La falsa enfermera, sin embargo, no ha sido localizada.Esos no son los únicos casos, por supuesto, pero son tres que han cobrado una amplia difusión, y que, además, se han registrado en Jalisco en menos de un mes. Una bebé, una niña de ocho años y dos adolescentes.Un día sí y otro también, las palabras desaparecer y Jalisco se ligan en las noticias de seguridad de nuestro Estado. Es una realidad terrible, una situación que escapa del entendimiento; que demuestra que sí existen quienes quieren que le vaya mal a Jalisco, y que lo dan a entender con uno de los peores delitos que pueden existir.Según datos revelados por la reportera Rubí Bobadilla para este medio de comunicación (https://www.informador.mx/jalisco/Crecen-desapariciones-de-menores-de-12-anos-20210912-0047.html), existe un registro oficial de 191 niñas y niños de 0 a 11 años en el Estado cuyo paradero se desconoce hasta el momento.La dicotomía es clara entre esos indicadores y el discurso oficial que presume a Jalisco como una tierra repleta de oportunidades para el desarrollo económico, turístico, científico y de innovación.Por supuesto que no se puede esperar menos de las autoridades, pues mejorar el nombre del Estado es su tarea elemental. Sin embargo, mientras éstas no logren disipar esa nube gris que nubla el futuro de las generaciones en puerta, de esos futuros talentos que pudieron ser bien dirigidos, nada más puede aplaudirse.Desaparecer es una palabra que simplemente no debería existir en el diccionario de Jalisco. Y, sin embargo, es una de las que mejor describen al Estado en los últimos años.