El gobernador Enrique Alfaro Ramírez anunció ayer que como cualquier persona necesita tiempo para descansar y tomarse unas vacaciones. Aunque el anuncio generó polémica, no se discute que el gobernador tiene derecho a vacacionar. Pero lo que también se va de vacaciones es la congruencia de Enrique Alfaro en defensa de la población de Temacapulín y en su oposición a la presa El Zapotillo, tal como lo manifestaba en enero y abril de 2013, cuando era cabeza de la oposición al entonces gobierno del priista Aristóteles Sandoval Díaz. Cuando éste manifestó que era necesario discutir la viabilidad de El Zapotillo, Alfaro escribió en su cuenta de Twitter: “No se necesitan mesas de trabajo. Se necesita cumplir la palabra y tener pantalones: no inundar Temaca. Ese fue el compromiso”. Ahora ya como titular del Poder Ejecutivo del Estado, Enrique Alfaro retoma el megaproyecto hidráulico de El Zapotillo y lo presume como la principal opción para abastecer de agua a los habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara.Como es más que evidente, se desempolva El Zapotillo, cada temporada de estiaje cuando escasea el agua y se provocan tandeos en varias colonias del área metropolitana, afectando a cientos de miles de habitantes. De ese modo, pareciera que se quiere predisponer a los tapatíos a que acepten el citado megaproyecto que afectaría a pobladores y productores de Los Altos y que inundaría los pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo. Con la supuesta justificación del “bien mayor” se predispone a que muchos tapatíos acepten inundar estas localidades a cambio de garantizar el agua.Pero la postura de Enrique Alfaro y de su gobierno de aferrarse a El Zapotillo desestima las críticas que expertos y organizaciones sostienen contra ese proyecto. La principal crítica es que pretende almacenar agua de la cuenca del río Verde que es inexistente y que de llevarse a cabo no sólo inundaría injustamente a tres poblados sino que dejaría sin agua suficiente a varios municipios de Los Altos Norte. La insistencia en El Zapotillo también desoye las críticas que insisten que esa presa beneficia sobre todo a la ciudad de León, una ciudad que tiene posibilidad de otras fuentes de abastecimiento, distintas a las de la cuenca de río Verde de Los Altos. Y también se desoye que El Zapotillo en realidad apunta a la privatización del agua y a abastecer el complejo industrial, inmobiliario y extractivo de León y su región.Al aferrarse a El Zapotillo, Alfaro y su gobierno parecen negarse a escuchar las opciones de abastecimiento que plantean los pueblos, así como distintas organizaciones sociales y expertos. La principal propuesta es que se aproveche el propio ciclo del agua en Guadalajara al captar agua de lluvia, pero también los veneros que existen en la ciudad y que muchas veces se desperdician sus afluentes como se muestra en varias construcciones inmobiliarias. Un aspecto que no suele ponerse sobre la mesa es que ante la escasez de agua, debería revisarse quién concentran las principales concesiones de agua en Jalisco y eso nos lleva a unas pocas empresas inmobiliarias, refresqueras, cerveceras y agroindustrias que acaparan millones de litros de agua que bien podrían abastecer a los tapatíos que carecen del líquido. En su análisis “Los acaparadores del agua” el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec) revela que una sola empresa, Urbi Construcciones, tiene derechos de concesión hasta por 15.6 millones de metros cúbicos de agua (https://bit.ly/397NFnG). Uno de los sectores acaparadores de agua es la agroindustria, como bien resaltó en su reportaje Sonia Serrano, “Dueños de la tierra, pero no del agua”, como parte de la investigación premiada “Los explotadores del agua” (https://bit.ly/3d58AsM). Y como se sabe, la agroindustria que produce berries, aguacates, agave y caña casi exclusivamente para la exportación, consume enormes cantidades de agua. Al final, como bien escribió Pablo Montaño en su cuenta de Twitter, lo que hace la agroindustria es “exportar” agua que es su insumo principal.Resolver el problema del abasto de agua en Guadalajara pasa por precisar y revelar quiénes son sus grandes acaparadores, entre ellos la agroindustria, y así decidir las prioridades: el agua para consumo humano o el agua para su explotación por parte de un puñado de concesionarios.