Sucedió lo que se temía. Fueron los policías municipales de Tecalitlán, que obedecían más al jefe del grupo delincuencial que domina la plaza, que al propio alcalde, los que les entregaron al sexagenario italiano Raffaele Russo, a su hijo Antonio y a su sobrino Vincenzo Cimmino, desparecidos en ese municipio desde el pasado 31 de enero.Si el caso de estos tres italianos sumaba a Tecalitlán a la larga lista de municipios de Jalisco infiltrados por el narco, en sus gobiernos y en amplios sectores de la comunidad que los arropan y los ocultan, ahora que está confirmada la detención de cuatro policías, acusados de entregar por dinero a los extranjeros a la mafia, lo que podemos concluir también es que la depuración policial que se buscaba con los exámenes de control y confianza, quedó muy lejos de lograrse. En el caso particular de Tecalitlán, el intento de esa depuración fue fallida al grado que el jefe policial de ese municipio no se volvió a presentar a trabajar desde que se conoció de la desaparición de los tres extranjeros.Los cuestionamientos a este modelo se han dado a nivel nacional pero en Jalisco hemos tenido diversos momentos que también han dejado en entredicho estos instrumentos como el polígrafo, y test que en teoría revisan aspectos psicológicos, socioeconómicos, de entorno y de salud de policías y funcionarios relacionados con áreas de seguridad pública.De entrada, hace casi seis años, en marzo de 2012, que venció el primer plazo establecido por el Gobierno federal para que en todo el país se tuviera al total de policías certificados, Jalisco no alcanzó ni 50% de las acreditaciones, lo que lo colocó entre las 12 entidades en las que se incumplió esa primera meta. Vino luego el caso del primer comisario de la Policía de Guadalajara, Salvador Caro (hoy diputado local) que reprobó estas pruebas en la Secretaría de Gobernación, pero las pasó en la Procuraduría General de la República, sin que nunca nadie aclarara el porque de esta contradictoria duplicidad en los resultados. Más recientemente, a mediados del año pasado, la Agencia Metropolitana de Seguridad, que agrupa a los mandos policiales de Guadalajara, Zapopan, Tlajomulco, Tlaquepaque, Tonalá, El Salto, Zapotlanejo, Ixtlahuacán y Juanacatlán, también desconfiaron de los exámenes aplicados por el Centro de Evaluación y Control de Confianza a cargo del Gobierno estatal y federal, al proponer crear su propio centro de acreditación y revisión policial.Ante este nuevo caso de complicidad de policías con la delincuencia organizada, el debate de la viabilidad y eficiacia de los exámenes de control y confianza es obligada, más aún por los niveles de violencia local y nacional, que dejan claro que la depuración policial quedó sólo en los escritorios, pese a la multimillonaria inversión que se hizo en esta estrategia fallida.jbarrera4r@gmail.com