Con un cinismo tan descomunal como las toneladas de basura que dejó tiradas en las calles de Guadalajara y los daños ambientales que provocó a miles de vecinos que vivían en colonias cercanas a los rellenos sanitarios que manejó, la empresa Caabsa se volvió a autoevaluar positivamente, y peor aún, se atrevió ayer a cobrar públicamente al Ayuntamiento de Guadalajara el pago correspondiente a noviembre.“En Caabsa Eagle, reafirmamos nuestro compromiso con la ciudadanía de Guadalajara, al haber trabajado de manera ininterrumpida hasta el último día del contrato de concesión; esto a pesar de no haber recibido el pago correspondiente a los servicios prestados durante el mes de noviembre de este año. Confiamos en que los adeudos serán cubiertos de manera justa, transparente y oportuna; tal y como corresponde a una empresa que ha servido con dedicación y profesionalismo durante los últimos 30 años a esta ciudad”, se lee en un comunicado que la empresa emitió ayer a 24 horas de concluir el último contrato, que buscó por todos los medios conservar.¿Si los tapatíos le debemos el pago de noviembre a esta empresa que recibía cientos de denuncias a diario por su mal servicio, cuánto deben sus propietarios a la ciudad tan sólo por el ecocidio causado en Los Laureles, en Tonalá, por todos sus incumplimientos y la desastrosa gestión que hizo de ese vertedero?Porque no habrá que olvidar que, entre otras cosas, se comprometieron, a cambio de cobros que les resultaban en un muy jugoso negocio que no aceptan haber perdido, a impulsar un programa de separación de basura, de producción de composta y sobre todo de instalar un relleno sanitario que no contaminara con sus lixiviados el entorno, sin que haya cumplido con una sola de esas promesas pese a las altas contraprestaciones que siempre cobró a las y los tapatíos.En enero de 2016 el gobierno del estado de Jalisco, que encabezaba el finado Jorge Aristóteles Sandoval, convocó a la población a la recolección de firmas para presentar un amparo colectivo y blindar así lo que quedaba del Bosque de Los Colomos, que cada día veía disminuida su superficie por la voracidad de empresarios inmobiliarios en colusión con funcionarios públicos corruptos.A esta cruzada se sumó el entonces alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, que haciendo a un lado diferencias políticas, enarboló también esta bandera por todas las simpatías sociales que iba ganando, y que fueron decisivas para detener todas las presiones inmobiliarias de que era objeto este muy debilitado pulmón que contribuye a la purificación del aire y la producción de lluvia en la ciudad.Esta victoria colectiva puede inspirar una eventual lucha y denuncia de la comunidad tapatía para llamar a cuentas a la empresa Caabsa y a los funcionarios públicos que corrompió para que también medraran en detrimento de Guadalajara.