Se determina que existe delincuencia organizada cuando tres o más personas se juntan para cometer delitos del orden penal y podemos equiparar que se considera que es delincuencia fiscal organizada cuando los delitos que se cometen caen en los supuestos del Código Fiscal de la Federación.En México tenemos leyes para todo, tanto para regular los actos civiles como los mercantiles, financieros, económicos, ambientales, tecnológicos, penales y cuanta actividad humana sea parte del conglomerado social, así como los de tipo fiscal que en estos días se discute en el Congreso de la Unión.Se da el caso recurrente de que cuando nuestros gobernantes no pueden resolver un problema, crean una ley para dejar sentada su preocupación por resolverlo, a sabiendas de que en México las leyes no se cumplen. Es así como surgió el combate a las empresas “factureras” que han causado un daño al erario público, estimado en alrededor de 500 mil millones de pesos equivalente al 1.5% del PIB.Las empresas calificadas con el mote de “factureras” son las que se dedican a vender facturas apócrifas para evadir impuestos. Las acciones legales que se están implementando permitirán llegar a las cabecillas de las redes de delincuencia fiscal organizada que crean empresas fantasmas que han proliferado y causado un enorme daño a las finanzas públicas.La iniciativa equipara la defraudación fiscal como delincuencia organizada. En las normas del derecho común existe la presunción de inocencia y en el derecho fiscal todo contribuyente es culpable hasta que demuestre lo contrario.La actitud de nuestros gobernantes no es pareja, no es el mismo trato a la delincuencia fiscal que al crimen organizado. A las empresas “factureras” se les aplica todo el rigor de la Ley y a los extorsionadores, secuestradores, traficantes de drogas, cobradores de piso y otros delitos perjudiciales se les suplica que no se porten mal, que hablen con sus mamacitas, que platiquen con los chavos, que les den buenos consejos, que no sean malitos. El crimen organizado se apodera de una región, sustituye al Estado, ellos tienen la fuerza pública, ellos cobran los impuestos, van con toda actividad que les produce dinero. Las drogas, el “huachicol”, los secuestros, la extorsión, compran la policía y la ponen a su servicio, hay zonas del país en Veracruz, en Michoacán, en Tamaulipas, donde es el crimen organizado el que se ha apoderado del gobierno; en el sexenio pasado se optó por no enfrentar a la delincuencia; notoriamente se observa que se pactó con ella haciendo más grave el problema. No les interesaba molestarse en gobernar, se dedicaron a robar y dejar en paz a la delincuencia. Ahora el problema es mayúsculo y no se va a resolver por la buena, no es más que una forma más de aplazarlo aplicando la estrategia de “las olas y la playa”. Cuando el mar embravecido golpea los farallones de la costa lo acaba perforando y deshaciendo, en cambio cuando se encuentra una suave playa, se desbarata en espuma y regresa para formar nuevas olas.Esperamos con anhelo que la Cuarta Transformación signifique también el control de la delincuencia organizada y, antes de las elecciones locales del 2021, estemos disfrutando de una tranquilidad satisfactoria.