Qué tiempos maravillosos estos de las campañas políticas. Cientos de candidatos de todos los partidos y colores recorriendo calles, mercados, plazas y medios de comunicación jugando a que están inventando un mundo nuevo en que habrá de desaparecer todo lo nefasto y sombrío de nuestros actuales gobernantes y como por arte de magia aparecerán con ellos soluciones para todos los problemas ancestrales y viviremos en un mundo perfecto.Unos presumiendo que de manera espontánea son capaces de llenar plazas y avenidas con simpatizantes voluntarios, y los opuestos asegurando que son acarreados obligados por sus jefes. Ambos buscan y se exhiben en medios de comunicación afines, unos para presumir lo propio y denostar a los rivales, y los otros para hacer exactamente lo contrario.No es nuevo.Cada elección hemos vivido lo mismo.Quizás la novedad ahora es que con la multiplicación prodigiosa de partidos políticos son muchos más los aspirantes, muchas más las posiciones discursivas y también muchos más los recursos histriónicos y escenográficos para llamar la atención.Pero es la misma simulación de cada elección.Ellos y nosotros simulamos que esto es democracia y que al votar estaremos cambiando al país.Pero la realidad es que las campañas, ahora que empiezan a tocar a su fin, son como un gigantesco carnaval que en cuanto sea el día de las elecciones, el 6 de junio, será como las 12 de la noche para Cenicienta, las carrozas se convertirán en calabazas y todo ese ejército de voluntarios aspirantes desaparecerá del mapa.Todos de alguna forma irán a parar a un claustro.Los ganadores irán a descansar y planear sus agendas de trabajo para el puesto que hayan sido electos.Y los perdedores, que en este caso serán muchos más, se retirarán calladitos a la sombra de la escena pública, sabedores de antemano muchos de ellos que iban a perder, pero disfrutando del jugoso negocio que les representó ser candidatos y gozar de cierta popularidad y recursos mientras duraron las campañas.De los perdedores a ellos y a nosotros se nos olvidará quiénes fueron.Y de los ganadores difícilmente los volveremos a ver cerca.Al final no cambió nada, excepto los nombres de quienes ocupan los cargos, y seguiremos viviendo en el país plagado de problemas que ni las mejores promesas consiguieron cambiar.Simulación hacia arriba y hacia abajo.Pero es la democracia generosa en recursos que hemos permitido que la clase política construya significando a fin de cuentas un buen negocio tanto para quienes ganen, como para quienes resulten perdedores.platapi@hotmail.com