“¿Si sabes de qué se trata, verdad? ¿O te explico?”, le preguntó con cierto desdeño un tipo a su compañera de trabajo. Se refería a un asunto de la empresa, donde ambos tenían laborando más de una década. Por supuesto que ella sabía de qué se trataba. Una clara escena del mansplaining, pensé.El mansplaining es la composición de las palabras en inglés man y explaining, que traducido sería “hombre explicando”, y se utiliza para referirse al hombre que, en forma paternalista o condescendiente, le explica algo a una mujer, dando por hecho que sabe más que ella, por una mera cuestión de género.El concepto comenzó a utilizarse a raíz de una anécdota de la escritora Rebecca Solnit. Ella narra cómo en una cena, cuando hablaba de su último libro (ya había escrito cinco más), un tipo la interrumpió para referirse a un libro increíble del mismo tema y que también había salido ese mismo año.Cuenta que aunque le dijeron tres o cuatro veces que era el mismo que ella había escrito, el hombre no hizo caso y siguió hablando con suficiencia del libro que ella “debería de conocer”. Al final, cuando le insistieron en que tenía frente a él a la autora, el tipo de pronto enmudeció.Ahora entre sus múltiples libros, Rebecca Solnit incluyó “Men explain things to me” (Los hombres me explican cosas), donde habla sobre el hábito masculino de explicar cosas a las mujeres, que muchas veces prefieren guardar silencio para evitar confrontaciones o discusiones sin mayor sentido. “Versiones más extremas de nuestra situación existen, por ejemplo, en aquellos países de Oriente Próximo en los que el testimonio de la mujer no tiene validez alguna: una mujer no puede declarar que ha sido violada sin un hombre testigo que contradiga al hombre violador; algo que raramente sucede”, expone la escritora.El concepto podría incomodar a más de un caballero. Y, por supuesto, no significa que todo hombre que esté explicando algo a una mujer está cayendo en mansplaining. Se trata de hombres explicándole cosas a las mujeres porque sí, sin que ellas lo pidan o, incluso, sin que ni siquiera lo necesiten.Cada vez más se relaciona más este término con los asuntos de género, por ser una forma de machismo cultural. Y no debería verse como cosa menor. Ocurre en todos los ámbitos, en lo académico, lo cultural, económico, científico, deportivo y, por supuesto, las relaciones. Es una manera “invisible” de querer demostrar poder sobre otra persona.“No, a ti no te gusta eso”, le aseguró un caballero a la mujer que lo acompañaba. Fue como si él tuviera (y existiera) un “lector de mentes” para saber mejor que ella, lo que pensaba o quería. Acto seguido, efectivamente, le dijo lo que (según él) ella quería… Bien podría ser otra manera de mansplaining porque el tema del que se esté hablando es lo de menos; se trata de las situaciones en donde el hombre anula –consciente o inconscientemente– a la mujer en sus opiniones.“Decirle a alguien, categóricamente, que él sabe de lo que está hablando y ella no, aunque sea durante una pequeña parte de la conversación, perpetúa la fealdad de este mundo y retiene su luz”, dice de manera bastante asertiva Rebecca Solnit. Visibilizar algo, ayuda a que se corrija y no se repita. Saber reconocer el mansplaining, tanto para quien lo ejerce como para quienes son testigos de ello, puede contribuir también a que este tipo de acciones no se perpetuen y mucho menos se normalicen.