Mientras que en Atlacomulco, estado de México, a Andres Manuel López Obrador -su estatua- le cortaban la cabeza y le amputaron los pies, las principales encuestas públicas muestran una elevada preferencia y aceptación a su persona y al trabajo que desempeña.Apenas el miércoles pasado el gobierno mexiquense -cuna del influyente priismo en esa región del país- había colocado la estatua del mandatario como reconocimiento a su figura, y cuatro días después amaneció derribada sin cabeza y pies.López Obrador no le dio importancia al hecho señalando que lo más importante es “que tengo al pueblo” de su lado.Sin embargo estas dos referencias, las acciones en Atlacomulco y los resultados de las encuestas, hablan por sí solas de la polarización extrema que existe alrededor del presidente. Los promedios de las principales encuestas hablan de una preferencia de más del 60 por ciento y en algunos casos llegando al 68 por ciento.Quienes derribaron la estatua representan a ese sector -aparentemente muy reducido proporcionalmente- que no está de acuerdo con el camino que en general lleva a México. Lo que dicen los números, son aquellos que son la mayoria que se ha visto beneficiada a través de los diversos programas sociales o los que cansados de regímenes corruptos y abusivos que dieron rienda suelta a su voracidad y se beneficiaron en lo personal y no a favor de la gente que esperaba progresar en la misma medida en que sus bolsillos y el país lo hacía.La realidad es una, Andrés Manuel López Obrador es el presidente y tiene tres años más por delante para continuar sentado y tomando decisiones desde Palacio Nacional. No importa lo que diga la famosa y manoseada revocación de mandato, porque todo sabemos que al margen del resultado, AMLO continuará al frente de las responsabilidades que se le confirieron constitucionalmente cuando resultó electo.La destrucción de estatuas con figura presidencial no ayuda en nada, es un acto de reacción y que conlleva a más polarización dentro de la sociedad y en nada contribuye, solo es un acto significativo de la desaprobación que existe. Aquellos que en su área de responsabilidad -como son los partidos políticos- tienen la posibilidad de crear cuñas que puedan ir solidificando una oposición fuerte, deberían preocuparse por encontrar aquellos candidatos que en realidad puedan ser contrapeso y ofrecer una mejor opción para ofrecer un país menos polarizado y con mayores posibilidades de progreso de acuerdo con el concierto internacional. ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net