Aquí vamos otra vez. Deseando abundancia y salud para el año que inicia, esperando que este nuevo 2024 sea mejor que el anterior, recapitulando los errores cometidos y la estrategia para no equivocarnos de nuevo. Buscando el asertividad que a veces nos falta. Tenemos la oportunidad de reiniciarnos en un año nuevo. ¿Queremos?“Que nos vaya bien a todos -desea el Presidente López Obrador-, que no se sufra por ninguna calamidad. Hay que ver las cosas con optimismo”, confía el Mandatario mexicano. Y yo también lo espero; sin embargo, en el espectáculo natural que ofrecen las pirámides de Palenque, desde donde envía su mensaje para los mexicanos este año que inicia, es fácil decirlo, pero ser optimistas mirando hacia atrás no es sencillo, menos cuando hay familias que deben reconstruirse luego de que la violencia las rompió en pedazos. Cada quien conoce su propia historia, y en este trabajo de comunicar la realidad, conocemos de cerca más historias desafortunadas de las que nos gustaría; para nosotros no son sólo otro caso por contar y tampoco son números en la estadística.Sin embargo, quedarse en el pasado es una misión suicida. Avanzar mirando hacia atrás hará que colisionemos, de eso no hay duda, por ello debemos tener clara la lección que la vida nos enseña, para no tener que repetirla, y en este nuevo año enfocarnos en todo aquello que sí está en nuestras manos. Lo que podemos rescatar, controlar y mejorar; primero para nosotros y luego para nuestro entorno. ¿Qué nuevos hábitos vamos a adquirir, cómo mejoraremos nuestra calidad de vida, qué actitud tomar en nuestra comunidad? ¿Ya estamos listos para actuar?“El provenir va a ser de nosotros” -dice el Presidente-. ¿De quién más si no? Y aunque posiblemente él se refiera a refrendar su 4T en las próximas elecciones y no a su obligación de garantizar el bienestar de los mexicanos, debemos tener claro que en nosotros está el decidir qué queremos para el porvenir. Este 2024 tendremos el proceso electoral en el que más mexicanos podrán participar y en el que se evaluará si el camino de los últimos cinco años merece la pena un segundo capítulo o no. Tenemos que reactivar nuestro aparato crítico y abrir bien los ojos, hacer memoria, ¿por qué no? “Acuérdate de Acapulco”. Todos tenemos algo que recordar.En mi experiencia, cuando a alguien le preguntan qué quiere para su futuro, pocas veces responde sin pensarlo siquiera; sin embargo, la mayoría tenemos claro lo que no queremos en nuestro porvenir. Yo no quiero vivir con violencia ni impunidad, pero aprendimos a adaptarnos: sobrevivimos el sexenio más violento, con más desaparecidos y hemos normalizado lo inaceptable vistiéndolo con una política de abrazos. Es por ello que el trabajo inicia en cada uno de nosotros, desde nuestro espacio personal, desde nuestro núcleo familiar, desde nuestro centro de trabajo. ¿Podremos?, ¿tendremos el valor suficiente? Dicen por ahí que el mundo cambia cuando nosotros cambiamos, y lo creo, lamentablemente siempre hay que pagar un precio por las decisiones que tomamos, la mayoría de las veces no es demasiado caro y siempre vale la pena. Perdemos algo y ganamos algo también en el proceso. Días atrás una amiga me compartió que comenzó a hacer cambios en casa con sus dos hijos, reorganiza sus piezas luego de un proceso personal, uno de ellos le dijo: “La moraleja de esta semana es: ‘Debimos hacerlo antes’”. La reflexión de un niño de 10 años. Nadie quiere quedarse en el pasado. ¿Cuántas veces dejamos para después algo que puede hacerse hoy? “Después le llamo…” “Después lo arreglo…” “No es tan grave, después voy al médico…” “Después lo reporto…” Y ese “después” llega demasiado tarde.Tenemos el poder de cambiar y de generar cambios. Nosotros otorgamos el poder y también lo quitamos. Trabajemos para que este año no haya después, tomemos con urgencia cada aspecto de nuestra vida, involucrémonos a conciencia en nuestro entorno y quizá, sólo quizá, el precio será justo y la vida no nos pasará la factura de nuestras omisiones.