Si hay que ponerle un adjetivo al debate del pasado domingo es inútil; no sirvió para nada. No movió preferencias, no nos descubrió a un candidato, no tumbó a nadie, no escuchamos propuestas que nos sorprendieran, no vimos a nadie crecer. En fin, si usted no vio el debate no se perdió de nada.Los candidatos debían discutir sobre tres temas: movilidad, medio ambiente y economía. Del primer tema, movilidad, fue un concurso de reciclado de proyectos, un irresponsable “quién da más”. El Peribús, que ya está autorizado en Fonadín y que si no se ha hecho ha sido más por falta de voluntad, lo traen todos, pero de ahí en fuera lo que escuchamos fue una serie de ocurrencias de quienes tienen la certeza de que no van a ganar, y un esbozo de proyecto de quien se supone que va a ganar.En medio ambiente lo más patético fue la ausencia absoluta de los dos problemas más graves del Estado: la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana de Guadalajara y la deforestación de los bosques del Estado. Por el contrario, escuchamos promesas vacuas sin nada específico de limpieza del Río Santiago (protagonista sin duda en este tema), la eterna “agua para todos” (quién sabe de dónde ni cómo) y algunas fumadas como expropiación de La Primavera o la compra de terrenos de una zona de amortiguamiento del mismo bosque de La Primavera, que a estas alturas tiene ya muy poco o nulo sentido.En materia económica el único que hizo la tarea fue Enrique Alfaro, que más o menos traía un diagnóstico de lo que le duele al Estado en materia de competitividad. El resto no dio pie con bola. No le dedicaron ni 15 minutos a que alguien les explicara cuáles son los motores de la economía de Jalisco y cuáles las grandes taras que hay que destrabar a fin de acelerar el desarrollo, por lo que se dedicaron a repetir generalidades.Lo interesante en todo caso fueron las acusaciones mutuas que sirven para que los ciudadanos nos enteremos de aquello que los candidatos nos quieren ocultar. Quien más recibió cuestionamientos fue el candidato de Morena, Carlos Lomelí, que fue incapaz de explicar cómo hace los negocios con los gobiernos de todos los colores. El mismo Alfaro, de quien Lomelí era aliado hasta hace un año, se le fue a la yugular al candidato de Morena. Eso, que puede ser la parte positiva del debate, se vuelve también inútil en medio de la espesura y falsa cordialidad. Si la mitad de lo que se dice de Lomelí es cierto, el señor no debería estar en una boleta, pero todo queda en dichos insinuados y respuestas falsas, pues en la página a la que refirió no hay información sobre los temas que le preguntaron. (diego.petersen@informador.com.mx)