Hemos pasado de la risa al llanto, de la risa discreta y, desde luego, indebida ante las actuaciones erráticas, olvidos y distracciones del presidente Biden, al llanto que ya produce la segunda edición de la candidatura de Trump.Desde luego que no en todo lo que dice anda errado. Por supuesto que a Norteamérica llegan migrantes que son delincuentes, criminales, traficantes, ex prisioneros y prófugos, pero debiera admitir que, en aquellas latitudes, esto ha sucedido desde el siglo XVI, por lo que no habría por qué hacer tanto escándalo. Estos bandidos y criminales, en los siglos XVI y XVII, robaron las tierras de los pueblos originarios y luego los exterminaron en todo el este, para luego, en el siglo XIX, dedicarse a exterminar a los pueblos originarios del Oeste. Esas migraciones sí que fueron asesinas y destructivas; lamentablemente, los pueblos invadidos no tenían los recursos necesarios para construir muros defensivos, así que se impuso la ley del más fuerte, algo a lo que se quedaron acostumbrados nuestros demócratas vecinos, sobre todo si son republicanos.Lo penoso para la política actual de Estados Unidos es que sus candidatos, especialmente Trump, no tengan nada nuevo que ofrecer a su ciudadanía, sino el mismo discurso populista de hace ocho años, tan emparentado con las arengas nazis de pueblo elegido, de raza pura, de grandeza patriotera y destino manifiesto al dominio mundial. Esto revela igualmente que el sector social al que se dirige se mantiene sin cambio ni corrección, un sector que, como ya se ha visto, está dispuesto a todo para hacer ganar a su candidato.Entretanto, el señor Trump se goza en exhibir a nuestros políticos como leales, disponibles y siempre manejables súbditos; tampoco es novedad. Luego del derrocamiento de Iturbide, todos sus sucesores aprendieron perfectamente la lección, incluido Porfirio Díaz, cuya final caída se labró en el encuentro de Ciudad Juárez, cuando el ilustre general no quiso obsequiar los deseos de su contraparte estadounidense, o cuando el binomio Echeverría - López Portillo creyeron que ya se podían ir por la libre y se fueron con todo y país a la bancarrota. Así nos convertimos, anticipadamente, en otra Venezuela, no por la dirección que nuestros presidentes tomaban, sino por la rápida reacción de Norteamérica. Algo semejante sucedió cuando la atracción china sedujo brevemente al presidente Peña Nieto, brevemente porque de inmediato el señor Obama le recordó sus deberes y sus haberes, dígase la “Casa Blanca” mexicana. Acaso sólo una vez México pudo salirse con la suya, por los buenos oficios del secretario de Gobierno del presidente Adolfo López Mateos, que logró que nuestro país mantuviera relaciones diplomáticas con Cuba, luego de interesante negociación. El hecho es que hasta la fecha Estados Unidos nos sigue manteniendo uncidos a la carreta del hoy capitalismo neoliberal, así que eso de que con el actual gobierno mexicano y el que sigue “ahí viene el comunismo” no son sino visiones trasnochadas de personas que, al parecer, ignoran lo que significa la geopolítica.Finalmente, el presidente Biden, en un momento de lucidez suyo o de otros, renunció a la candidatura para reelegirse, poniendo a correr sin calentamiento previo a la señora Kamala. Que la cosa urgía lo demuestra la suma millonaria que en veinticuatro horas recabó para su candidatura. De cualquier modo, esto da un respiro a Estados Unidos y al mundo, por lo menos al Estados Unidos demócrata y al mundo dependiente de Norteamérica. Para Rusia y China, el panorama no se modifica sensiblemente.