Viernes, 22 de Noviembre 2024

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“De mi cuerpo descompuesto crecerán flores”

Por: Jonathan Lomelí

“De mi cuerpo descompuesto crecerán flores”

“De mi cuerpo descompuesto crecerán flores”

La identificación remota de fosas clandestinas por medio de la tecnología geoespacial con drones y satélites podría revolucionar la búsqueda de personas desaparecidas en sitios de inhumación ilegal.

Estas técnicas facilitan la ubicación de cementerios clandestinos y evitan los riesgos para colectivos de búsqueda y autoridades.

La Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Jalisco (COBUPEJ) recién publicó el libro “Interpretar la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan”. Una amplia obra interdisciplinaria en donde participan medio centenar de autores de siete centros de investigación.

Tres artículos científicos del libro dedicados a la percepción remota abordan el potencial que existe en la teledicción (detección remota) para el rastreo de fosas clandestinas.

Los resultados que presentan surgieron de la experimentación forense y técnicas que se han estado aplicando en campo en los últimos tres meses.

Para poner en práctica estas teorías, se instaló en el CuTonalá de la UdeG un laboratorio para simular 14 fosas con siete tipos de inhumación utilizando animales: cuerpo completo, cuerpo seccionado, cuerpo con cal, cuerpo en bolsa, cuerpo con cobija, cuerpo quemado y reducción esquelética.

Los resultados son sorprendentes.

La premisa central parte de un hecho: cuando un cuerpo inhumado entra en proceso de descomposición, altera física y químicamente el suelo circundante. Eso también modifica la vegetación.

De esta manera, la utilización de drones con cámaras y sensores remotos para el monitoreo de cultivos, cambios en la vegetación y detección de desastres naturales, entre otros, son una opción viable.

Otra parte de la experimentación emplea la medición a distancia de temperaturas con el uso de satélites y sin necesidad de contacto físico con el objeto medido (termografía).

También se propone el uso de drones comerciales y software libre equipados con cámaras especiales para monitorear la morfología del terreno a lo largo de ciertos periodos.

Los tres artículos son cautos en los resultados al enfatizar que no existe un método robusto y simple porque faltan estudios para saber cómo las condiciones de inhumación, los factores ambientales y los modos de observación afectan la detección.

Sin embargo, se trata de un primer paso para la búsqueda de personas vía remota.

En Jalisco, en este sexenio se han detectado 165 fosas clandestinas de las cuales se han extraído mil 817 cuerpos. Y hay más de 15 mil personas desaparecidas.

Este libro representa un esfuerzo colectivo valioso y al mismo tiempo una esperanza agridulce para miles de familias enfocadas en aliviar las consecuencias de la desaparición porque quienes deberían atender las causas han fracasado.

P.D.

El título de esta columna alude al epígrafe con el que abre el libro: “De mi cuerpo descompuesto crecerán flores, y yo estaré en ellas; eso es eternidad”. Edvard Munch.

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