Los medios de comunicación han estado muy interesados en el triunfal ascenso de la extrema derecha en Europa, y muy concretamente en el Parlamento Europeo. De igual manera nos han transmitido las notables manifestaciones sociales que se han organizado en contra de dicho ascenso por lo menos en Francia.Según los muchos analistas del fenómeno, estamos viviendo la cuarta ola de la ultra derecha, por lo menos desde la experiencia europea, pero esta cuarta ola, a diferencia de las anteriores, se distingue justamente por la superación de la marginalidad política que había siempre vivido la ultra derecha, y su ingreso paulatino pero sostenido a un margen más amplio de aceptación en las urnas, y por ende en los parlamentos y gobiernos de varios países europeos.Sobre las causas que puedan explicar este ascenso se mencionan: las crisis del 11-S de 2001, la gran recesión de 2008, la crisis de los refugiados de 2015, el vértigo que muchos experimentan ante la celeridad actual de los cambios económicos, políticos, culturales y sociales que crean amplios espacios de incertidumbre, el sentimiento de exclusión que provoca el predominio de las nuevas tecnologías de la información, y el espíritu antiglobalización de parte de todos los afectados por este nuevo sistema económico mundial.De todo este marasmo de vivencias surgen las actitudes más explícitas de la ultraderecha, como sería la xenofobia aplicada en dos líneas, el rechazo a la inmigración de los pobres, y el rechazo a la inmigración de los tecnócratas informáticos globalizados, sean vistos éstos como individuos que como grandes empresas. No obstante, desde estas posiciones, se han colado también antiguos postulados de las ultraderechas originarias, así el racismo y el supremacismo, el autoritarismo y el nacionalismo obtuso.En Estados Unidos la ultraderecha ha sido fortalecida desde los damnificados del comercio mundial, cuyo caso más célebre ha sido el desplome de la industria en Detroit, o por parte de aquellos que se oponen a la constante inmigración, y buscan refugiarse en los valores antiguos del país, que más que valores, han sido elementos ideologizados y llevados al extremo, como son el color de la piel, el idioma y la religión. El asalto al Capitolio del famoso 6 de enero nos mostró caras, personalidades y actitudes de esta extrema derecha norteamericana.En Europa la ultraderecha se ha ido aliando poco a poco con los antiguos partidos conservadores, y de esta manera han compartido propuestas y estrategias que hacen temer a los sectores de centro y de izquierda, una regresión social a épocas que consideraban ya superadas.Sobre la ultraderecha en México hay poco que decir porque es muy poco lo que de ella hay. El derechismo mexicano, pese a los aportes que recibe de Argentina y de Estados Unidos, sigue siendo una mezcla politizada de contradicciones revuelta con prejuicios religiosos absurdos, mucho de esto hemos podido observar ampliamente en el pasado proceso electoral; esto hace difícil su clasificación si lo comparamos con lo que ocurre en Europa, pero podríamos decir, en lo que se refiere a las causas, que mucho del derechismo mexicano obedece más bien a los cambios socio culturales que se viven, y a la incerteza de las élites, que a otro tipo de razones, lo cual en cierto modo puede explicar el que esta “ultra derecha” no parezca estar en ascenso, en todo caso, acaba de ser derrotada por márgenes bastante amplios.