Por iniciativa de Carlos González Lozano un grupo de tapatíos firmamos en los inicios del siglo XXI el acta constitutiva de una organización que impulsaría una mejor Guadalajara en el 2020. La iniciativa, que nació desde la presidencia de Expo Guadalajara, estaba enfocada a mejorar a ciudad como un mecanismo indispensable para incrementar el turismo. Ser una mejor ciudad nos haría un producto más atractivo en el mercado, cada vez más competido, del turismo de negocios y de recreación. Con el tiempo Guadalajara 2020 se convirtió en un mecanismo que impulsó la mejora continua de la ciudad, no sin tropiezos, no sin contradicciones, pero siempre con un objetivo: hacer de Guadalajara una mejor ciudad para vivir y por lo tanto para atraer turismo y talento.¿Es mejor la Guadalajara de hoy que la de principios de siglo? No tengo duda: sí. A pesar de las contradicciones, de la violencia, de la contaminación y del insoportable tráfico, la ciudad de hoy es mejor que la de hace dos décadas: más abierta, más viva, más plural, más atractiva. Sin embargo, hay que decirlo, el avance pudo haber sido mucho más acelerado e incluyente si los liderazgos políticos, económicos y sociales hubiesen sido más generosos o, para decirlo sin eufemismos, menos mezquinos.Urge hacer una revisión crítica de este mecanismo llamado Guadalajara 2020. No para vanagloriase ni para echar campanas al vuelo, sino para evaluar en qué fallamos. Solo por citar algunas de las contradicciones, ahí está la Vía Recreactiva como uno de los grandes logros y ejemplo de América Latina, pero también está el fracaso como ciudad de haber aprovechado los Juegos Panamericanos de una mejor manera. Hay una mejor valoración de lo público y al mismo tiempo un juego perverso donde cada día con más facilidad se hace negocio con lo que es de todos. Tenemos una ciudad con mucha más claridad en su vocación económica, pero con contrastes sociales terribles.Guadalajara 2020 sirvió como referencia y meta de la ciudad que soñamos, aunque quedamos muy lejos de lo esperado. Necesitamos, junto con la revisión crítica, un nuevo horizonte. Quizá ese nuevo punto sea, como lo planteó el arquitecto Fabián Medina desde los años noventa, y que algunos han comenzado ya a trabajar en ello, Guadalajara 500, el año 2042 cuando la ciudad cumpla oficialmente cinco siglos de estar en el mapa y tenga entre seis y siete millones de habitantes.Toda ciudad, como todo sistema, tiende a la entropía, al caos; solo el sueño colectivo puede construir un rumbo distinto.(diego.petersen@informador.com.mx)