Domingo, 24 de Noviembre 2024

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De Garza Sada a Enrique Michel

Por: José M. Murià

De Garza Sada a Enrique Michel

De Garza Sada a Enrique Michel

Para Lorenza Dipp, del mismo talante.

De los pocos encuentros que tuve con Eugenio Garza Sada, recuerdo su insistencia en que el empresario tenía la obligación social de generar riqueza y no solamente acumularla. Dicho de otra manera: además de gozar el producto de su trabajo, le correspondía, para beneficio general y de él mismo, asumir el deber de contribuir a mejorar el nivel social y económico de la gente trabajadora y responsable que lo rodeaba y se le acercaba.

También le oí decir, mordiéndome la lengua, que los empresarios jaliscienses tenían la tendencia a preferir aumentar su riqueza mediante el ahorro que incrementando la producción, además de que, aseguraba, no éramos gente realmente comprometida con sus empresas sino tan solo con los beneficios contantes y sonantes que éstas les producían…

Cuantas veces traté de contradecirlo no hallé argumentos suficientes, en parte por mi ignorancia, pero también porque había pocos.

Hoy día podría responder hablando de Francisco Arroyo y sus farmacias que han llevado por doquier las torres de nuestra catedral. Pero también está el caso, entre pocos más, de Enrique Michel Velasco, cuyo imperio tlajomulca se deja sentir por tantas partes y él mismo, con mucha frecuencia a la “chita callando”, interviene a favor de muy diversas causas.

Me ha sorprendido saber, hasta accidentalmente,  de las más diversas gestiones filantrópicas insospechadas de nuestro amigo.

Como él declaró en Nueva York, ahora que una organización de Mujeres Unidas, afiliada a la ONU, que preside la catalana Joanna Caparrós, tuvo a bien incluirlo en la lista de los galardonados de hogaño.

Hay que reconocer que su incidencia en el género femenino resulta especialmente notable…

Su preocupación es la de “ayudar a los más débiles” pero no deja de preocuparse también por el medio ambiente y en especial por ese calentamiento que llamamos “global”.

Mucho me recordó a Garza Sada cuando afirmó que el altruismo no es “un acto simple de generosidad sino de cumplir con la obligación de atender a un mundo urgido de ayuda”.

¡Claro está que el mayor drama del momento!: la emigración forzada para salir del hambre o salvar la vida constituye un motivo de especial preocupación.

Me parece a mi que no son muchos nuestros paisanos capaces de alcanzar tales niveles de humanidad, por lo que se me hace de elemental justicia que, desde esta modesta columna, siempre anhelante de lectores, me permita lanzar al viento una sentida “porra” en favor de nuestro empresario, principalmente dulcero, de la población de Tlajomulco, Jalisco. 
 

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