Es muy gratificante ser testigo del progreso que hacen los pequeños en sus capacidades para comunicarse y para pensar por sí mismos. El desarrollo de las habilidades del pensamiento es uno de los procesos más apasionantes del género humano.Un proceso parecido sucede ahora mismo con la inteligencia artificial, que podemos imaginarla como un grupo de niños en pleno desarrollo: consumiendo energía, creciendo y divirtiéndose. Ellos son la llamada Inteligencia artificial, entendida como la simulación de procesos de inteligencia humana que realizan sistemas informáticos, que adquieren información y asumen reglas para el aprendizaje; razonan usando las reglas para llegar a conclusiones aproximadas o definitivas y son capaces de autocorregirse, y se materializa en la computación.Estos pequeños niños artificiales desarrollan sus habilidades de manera vertiginosa. Sus padres y madres son una serie de compañías tecnológicas que están sorprendidas, como todos los progenitores, por el progreso que alcanzan sus criaturas. Su concepción data de la década de 1950 cuando se crearon máquinas capaces de recordar lo que hacían. Su gestación ha durado casi setenta años, hasta evolucionar de tal forma que hoy estamos frente a redes de computadoras capaces de pensar de forma similar a los humanos.Estos pequeños tienen habilidades ahora mismo para crear palabras e imágenes con tal precisión que es difícil distinguir cuáles son hechas por humanos y cuáles son artificiales. Hace apenas 10 años, estos chicos y chicas no podían ofrecer de forma fiable un reconocimiento lingüístico o de imágenes como lo hacían los humanos. Pero, poco a poco se han vuelto cada vez más capaces y ahora nos superan en muchos campos.De hecho, ellos juegan entre nosotros cuando reservamos un vuelo, una tarea que ya no realiza un humano, sino uno de ellos, en forma de algoritmo, decide lo que pagamos. Cuando vamos al aeropuerto, es uno de ellos quien supervisa lo que se hace en el ingreso y, una vez en el avión, ayuda al piloto a conducir la nave. Ellos también determinan cada vez más si obtendremos un préstamo, o si podemos obtener un empleo.Pero también algunos de estos pequeños han caído en manos de Gobiernos que desarrollan sistemas de armas autónomas para la guerra, y algunos los están utilizando para la vigilancia y la opresión. Ellos también ayudan a programar el software que se utiliza y a traducir los textos en línea, reconocen la voz, y han entrado en millones de hogares en la última década. El cambio que significa su llegada será inmenso. Ahora mismo, ya han cambiado lo que vemos, lo que sabemos y lo que hacemos. Y ello a pesar de que están aún en la infancia.El proceso de crecimiento de estos niños prodigio se está intensificando y según especialistas hacia el año 2040 habrían rebasado en muchos campos a la inteligencia humana, convirtiéndose en amenazantes.Ya se ha advertido del riesgo que significa su falta de control. Por eso el Gobierno de Estados Unidos lanzó esta semana una iniciativa para intentar encauzar su desarrollo: Siete de las madres de estos niños prodigio han acordado salvaguardias voluntarias sobre el desarrollo de estas criaturas que llegan para quedarse entre nosotros. Las siete empresas madres son: -Amazon, Anthropic, Google, Inflection, Meta, Microsoft y OpenAI- quienes asumieron formalmente su compromiso con nuevas normas de seguridad y confianza.El anuncio se produce en un momento en que las empresas se apresuran a superarse mutuamente con versiones de inteligencia artificial que ofrecen nuevas y potentes formas de crear texto, fotos, música y video sin intervención humana. Pero los saltos tecnológicos han suscitado temores sobre la propagación de la desinformación y advertencias funestas sobre el “riesgo de extinción” a medida que los niños de la inteligencia artificial se hacen más sofisticados y parecidos a los humanos. Estas salvaguardias voluntarias son sólo un primer paso provisional en el intento por establecer marcos jurídicos y normativos para su desarrollo.Aunque no lo percibamos, estamos iniciando la era de la convivencia conjunta con individuos inteligentes artificiales detrás de las pantallas. El problema no está en el desarrollo fascinante de la técnica, sino en lo que pueden ser capaces de hacer si caen en manos maléficas o si se convierten en sí mismos en malos por decisión propia. La necesidad de regular el desarrollo de la Inteligencia Artificial es uno de los mayores retos éticos y jurídicos de nuestro tiempo. Los niños ahora son adolescentes capaces de crear problemas a sus padres… y a toda la humanidad. Y como a todos los niños debemos cuidarlos y no perderlos de vista.luisernestosalomon@gmail.com