“No me gusta cuando me besa”, dijo una niña refiriéndose a los besos que le daba un familiar, quien por las tardes se encarga de cuidarla, mientras sus papás trabajan. La frase, que soltó como si se tratara de un juego al que no le gustaba jugar, era una clara y aterradora alerta de que la pequeña podría estar sufriendo abuso sexual. La mayoría de las niñas y niños víctimas de abuso sexual infantil son agredidos por un familiar o alguien cercano a la familia, una persona que puede permanecer a solas con la o el menor. Esa pequeña podría estar siendo una de esas víctimas.Para la prevención y detección del abuso es fundamental que el infante cuente lo que le está sucediendo, que rompa el silencio, y la niña lo hizo… le contó a unas profesoras que no le gustaba cómo la besaba su tío, pero ellas no supieron cómo responder ni qué decirle. Y pese a que la Secretaría de Educación Jalisco cuenta con “Protocolos para la prevención, detección y actuación en caso de abuso sexual infantil, acoso escolar y maltrato en las escuelas de educación básica”, las maestras no supieron qué debían hacer. Se quedaron heladas, se asustaron y entonces, pues no hicieron nada, siguieron platicando con ella como si esa frase nunca se hubiera dicho.El documento con los protocolos señala que se debe evitar postergar para otro momento la escucha al menor ni manifestar alarma ante el relato, y tampoco hacerle preguntas o entrevistarlo. Pero además se establece que es responsabilidad de los docentes, y demás trabajadoras y trabajadores del plantel, informar de inmediato al director o directora cualquier hallazgo o indicador asociado a la posibilidad de Abuso Sexual Infantil (ASI).Días después otro familiar de la misma niña fue por ella a la escuela y la sacó antes de que terminarán clases; les dijo a los profesores que la llevaría al médico porque, al parecer, la pequeña “tenía una infección en vías urinarias”, que era algo que últimamente le sucedía muy seguido. Ahí se encendió otra alerta, que no pasó desapercibida para el director del plantel, quien de inmediato llamó a otra de las maestras para que conociera de la situación y la sospecha que tenía de un posible caso de ASI. Todo esto sucedió en una escuela primaria de Jalisco. Una de las empleadas del plantel me dijo que la menor está en vigilancia, que están siguiendo el protocolo y la tienen en observación. No encontré dónde dijera eso el protocolo, pero el documento sí señala que debieron haber realizado un Acta de Hechos con las palabras exactas que utilizó la menor e informar a la familia, así como a la Procuraduría de Protección a la Niñas, Niños y Adolescentes.Las escuelas son espacios donde los infantes tienen la posibilidad de acceder a algún tipo de ayuda cuando están enfrentando violencia dentro del hogar, porque pueden acercarse o platicarlo con sus amigos o profesores. Pero, ¿si las maestras y maestros no saben cómo intervenir, de qué sirve? Además, ¿cómo se protege a las y los profesores, y directivos? Porque en muchos de estos casos se enfrentan a pleitos y hasta amenazas de los presuntos agresores y las personas que los encubren.Entre todas las responsabilidades que tienen las y los maestros, también está el saber qué hacer ante la presencia de situaciones o conductas relacionadas con el abuso sexual infantil, es su deber no sólo como adultos, como profesionales sino como seres humanos. Hoy esa niña, al igual que cientos de infantes más, podría estar viviendo un infierno porque no supieron cómo ayudarla.Por cierto, a las autoridades de la Secretaría de Educación Jalisco: dentro del documento con los protocolos señalan la línea TELSEP: 1800-ACOSOESCOLAR (1800-22676-3726527), pero ese número telefónico ni siquiera existe.