Apunté aquí la semana pasada, que según lo comentado en privado por representantes del Gobierno estadounidense en México, la noticia que se dio a conocer desde el penal de Puente Grande en Jalisco el lunes pasado, en el sentido de que un juez federal concedió prisión domiciliaria para Miguel Ángel Félix Gallardo, el llamado “Jefe de jefes” desde que fue el fundador del Cártel de Guadalajara en la década de los setentas, eclipsó la visita que ese mismo día hizo una delegación de alto nivel del Gobierno de Estados Unidos, encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, y la secretaria de Comercio, Gina Raimondo.Y es que aunque la misión era tratar de conseguir un adelanto del mensaje que el Presidente Andrés Manuel López Obrador emitiría el pasado 16 de septiembre con relación a las diferencias que sus políticas energéticas, específicamente con las reformas a la Ley Eléctrica, han suscitado entre los dos países, y que finalmente omitió el viernes, no cayó nada bien que como bienvenida hayan tenido la difusión de ese beneficio para el capo que tiene 33 años preso cumpliendo una condena de 40 años, acusado al igual que Rafael Caro Quintero del homicidio del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena Salazar, y del piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar, en 1985.Esa inconformidad se sumó a la que ya había por la tardanza en la reaprehensión de Caro Quintero, y su no extradición por un amparo que le concedió la justicia mexicana.Bueno, pues algo pasó que la excarcelación de Félix Gallardo, que pudo haber tensado aún más este tema bilateral, se suspendió de último momento, el pasado jueves 15 de septiembre cuando todo mundo estaba iniciando los festejos de la noche mexicana, del regreso presencial a los gritos de Independencia y al disfrute del fin de semana largo.Aunque la Fiscalía General de la República había impugnado la decisión del juez federal de conceder la prisión domiciliaria para el capo por su delicado estado de salud, la semana pasada el propio López Obrador avaló, desde su rueda de prensa mañanera, por segunda ocasión la salida de la cárcel de Félix Gallardo, bajo el argumento de que necesitaba atención médica especializada que no se le podía brindar en prisión.Pero ni esa bendición del todopoderoso de la 4T evitó que el jueves pasado se abortara la operación de salida del “Jefe de jefes” del reclusorio de sentenciados del núcleo penitenciario de Puente Grande, afuera del cual se quedaron vestidos y alborotados decenas de elementos de la Guardia Nacional que escoltarían la Suburban blindada que estuvo toda la tarde con las puertas abiertas esperando el abordaje de Félix Gallardo, al que no dejaron salir porque inexplicablemente consideraron de última hora que no había las condiciones para su traslado, que pospusieron hasta el 23 de septiembre. Jaime Barrerajbarrera4r@gmail.com